Las señales desde el denominado "tablero mundial" son claras: la era unipolar está llegando a su fin. Aunque Estados Unidos mantiene su protagonismo habitual – con insuperable poder económico y militar (por el momento) – el inicio de la era multipolar es una realidad. Las convulsiones e intereses geopolíticos en naciones como Irán, Siria y Libia, revelan que Norteamérica se ha visto forzada a aceptar sus limitaciones y buscar el apoyo de otras potencias para impulsar decisiones por el denominado "bien común".

En el caso de Irán, la disputa es puramente por razones de seguridad y estabilidad de una región propensa a convulsiones – claro, sin dejar de mencionar que Irán es tercero en el mundo en exportación de petróleo y segundo en reservas de gas natural. En materia de seguridad, la falta de transparencia Iraní en cuanto al propósito de su programa nuclear puso en alerta a Israel, luego ocasionando una reacción similar en Occidente. Pese a las presiones de Israel, Estados Unidos ha optado por suavizar la retórica y tratar de evitar a toda costa un enfrentamiento armado. En este contexto, no se puede minimizar el efecto que tendría un conflicto armado en Irán en la economía mundial, principalmente por la influencia que tendría una guerra en los precios del crudo. Irán tiene esa carta bajo la manga, misma que condiciona a los Estados Unidos y a las naciones europeas (la Unión Europea recibe un 18% del crudo exportado por Irán).

No obstante a esta realidad, Estados Unidos también ha tenido que maniobrar en el marco internacional haciendo menos uso del REALPOLITIK para avanzar sus intereses geopolíticos. Norteamérica ha estado tímido en apoyar "a todo vapor" la retórica guerrerista de Israel no sólo por las repercusiones económicas, sino por la necesidad de contar con el apoyo de otras potencias para transparentar el programa nuclear Iraní. Bajo esa iniciativa, los P5+1 (EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) han instado a Irán a negociar "seriamente y sin condiciones" sobre su programa nuclear y conceder el acceso a inspectores de la OIEA al centro científico localizado en Parchin. Además, Estados Unidos ha dicho públicamente, incluso apoyado por el Líder Supremo Iraní, Ayatola Kamenei, que aún confían que a través de la diplomacia, se logrará un acuerdo con esa nación. Países como China, Japón e India son grandes consumidores del crudo Iraní, así como focos de actividad comercial. Para lograr una verdadera presión global mediante sanciones, países como los ya mencionados deben ser convencidos por Occidente a que cesen relaciones, condicionando la economía Iraní. En este caso, es evidente que una medida unilateral, incluso armada, no lograría los objetivos deseados.

Asimismo, la manera multilateral en que norteamericana trata de enfrentar la situación en Irán no es el único ejemplo de los cambios en su política exterior y el abandono, al menos circunstancial, del REALPOLITIK. En el caso de Siria, país en donde el régimen de Al Assad está cometiendo crímenes tan o más atroces que los perpetrados por Muammar Gadafi en Libia, Estados Unidos mantiene su posición de no intervenir de manera unilateral. La resolución de la ONU propuesta en febrero pasado contra el gobierno sirio fue rechazada por dos miembros del Consejo de Seguridad – Rusia y China. El borrador de una nueva propuesta distribuida esta semana ya fue blanco de desacuerdo por parte de la delegación rusa. Sin ese apoyo, es improbable que los Estados Unidos realicen una campaña unilateral para poner fin al derramamiento de sangre en Siria. Es evidente que un amargo sabor de boca les ha quedado a los norteamericanos, luego de emprender bajo el gobierno de George W. Bush una guerra – Iraq – sin la aprobación de la ONU.

Todo esto contrasta con Libia, puesto que la intervención de la OTAN vino gracias a una petición que hiciese la Liga Árabe. ¡Los árabes pidiendo intervención Occidental en su región! Occidente, pese a tener deseos unilaterales para atacar a Libia, no realizó dichos ataques hasta que una coalición internacional fue integrada. Este hecho sin precedentes en nuestra historia contemporánea pone de manifiesto la realidad de la  creciente multipolaridad de nuestro tablero mundial. Las potencias emergentes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), así como los actores geopolíticos regionales, juegan hoy en día un papel importante en las decisiones adoptadas por Estados Unidos en función de los intereses de su política exterior.

Sin lugar a dudas, un capítulo nuevo ha iniciado. Coalición y cooperación serán los estandartes de las potencias mundiales. En efecto, esta nueva era multipolar beneficia a la humanidad por la posible estabilidad y balance en las decisiones que se adopten de manera consensuada. A su vez, como en el caso sirio, puede que intereses particulares (Rusia tiene contratos millonarios de venta de armas con el gobierno sirio) entorpezcan acciones necesarias y se interpongan al bien común.

No obstante estos cambios, la duda asecha a la vuelta de la esquina con las elecciones generales norteamericanas, en noviembre próximo. De ganar un republicano la presidencia, ¿cambiaría su política exterior, esto sin importar la realidad económica y social, que vive Estados Unidos? ¿Volverá el REALPOLITIK a ser la columna vertebral de la política exterior norteamericana, buscando restablecer un sistema global unipolar? A mi juicio dicha estrategia, bajo las premisas globales actuales, sería un error suicida.