Lamentablemente, si. No encuentro apropiadas las palabras “quemado” ni “achicharrado”, pero es una realidad que la mayoría de nuestros estudiantes de sexto de primaria de centros públicos y privados no lograron el nivel satisfactorio esperado en la evaluación diagnóstica nacional del MINERD. Pero no llegaron ahí solos. Con ellos nos evaluamos todos: la sociedad, el sistema, las escuelas, los directores, los docentes y las familias. Y es por esto que debemos cuestionarnos y ocuparnos con urgencia pues si nos quedamos con los brazos cruzados y quejándonos, nada lograremos. Y si pensamos que lo estamos haciendo bien y que el problema son los estudiantes, mucho peor.
¿Qué reflejan los resultados?
Los estudiantes son víctimas que ponen en evidencia los retos y oportunidades que tenemos como país. Ancell Scheker (2019) plantea que “ya no solo importa que los estudiantes estén en la escuela sino especialmente si están logrando los aprendizajes deseados, si se están formando los ciudadanos que la sociedad actual requiere.” Ese es el gran desafío.
“Son muchos los factores asociados a los logros de aprendizaje, tales como el nivel socioeconómico de las familias, las expectativas e involucramiento de las familias, el género, la repitencia, la asistencia a educación inicial, el clima escolar, asistencia y puntualidad del docente, la infraestructura y recursos educativos, entre otros” (Scheker, A., 2019). Como vemos, no es tan sencillo.
Los cambios y las mejoras en educación toman tiempo. El Sistema Educativo Dominicano ha estado enfocado en mejorar la calidad con equidad, pero estos resultados ponen en evidencia que nos queda un largo recorrido para lograrlo y que no puede solo. El logro de los aprendizajes esperados y el desarrollo de las competencias por parte de los estudiantes es responsabilidad de todos. Y este proceso inicia desde que el niño nace, en su hogar con las experiencias y oportunidades que se le brindan. Ya en sexto de primaria es tarde para comenzar.
¿Qué hacer con los resultados?
Esa es la gran pregunta. Tenemos que entender que todos aportamos al desarrollo de competencias para la vida y al aprendizaje de la lengua española, de la matemática, de las ciencias sociales y de las ciencias de la naturaleza de múltiples formas desde temprana edad. Lamentablemente no somos conscientes de esto y la mayoría no sabe como hacerlo. Le dejamos toda la responsabilidad al gobierno y a la escuela, cuando en realidad podemos hacer mucho. Y no quiere decir que le quitemos dicha responsabilidad de garantizar el derecho a una educación de calidad para todos, sino que asumamos también nuestro deber desde donde estamos.
Podemos ayudar a nuestros niños y jóvenes cuando les leemos constantemente y los invitamos a leer con nosotros y compartir lo que aprenden, cuando conversamos sobre temas diversos, les hacemos preguntas, les planteamos problemas a resolver, buscamos información con ellos, les enseñamos lugares del país y de otros países, aprendiendo juntos. Les enseñamos cuando usamos mapas, investigamos sobre la naturaleza, los recursos y nos interesamos por lo que sucede a nuestro alrededor. Aprenden de nosotros y con nosotros a contar, calcular, estimar, realizar operaciones matemáticas, medir, entre otros. Son tantas las situaciones que se presentan en el día a día y que podemos aprovechar como oportunidades de aprendizaje, que la propia vida es la mejor escuela. No se “queman” porque no pueden. Se queman por falta de oportunidades.
Nuestro país ha dado un gran paso al establecer un sistema de evaluación, realizando estas pruebas locales y participando en evaluaciones internacionales para la formulación de políticas y para la mejora de la gestión del sistema educativo. Los resultados nos permiten tomar mejores decisiones basadas en información y en datos, no en suposiciones. Lo importante es lo que se hace a partir de estos resultados, monitoreando y dando seguimiento al progreso y a los avances.
El MINERD entrega a cada regional, distrito, escuela y familia un informe con sus resultados en la evaluación diagnóstica. A la escuela y a las familias le incluye una guía sobre qué hacer con ellos. Esto es sumamente valioso, ya que ofrece pautas para analizar, reflexionar, hacer planes de mejora con metas y acciones concretas. También ofrece a los docentes y a las familias orientaciones para promover el aprendizaje en cada una de las áreas curriculares de manera sencilla, práctica y significativa.
Aprovechemos estos datos y recursos. Hagamos algo para no quemarnos ni achicharrarnos.
Fuente:
Scheker, A. (2019) Calidad y equidad de la educación dominicana en: OEI. La educación dominicana al 2021: reflexiones, planteamientos y experiencias. Recuperado en: https://oei.org.do/uploads/files/news/Oei/314/af-libro-educacion-2021-web.pdf