Los gurus de ingeniería social aliados al feminismo ultra radical  han introducido habilidosas estrategias para poder avanzar su  agenda política global. Una de esas nuevas tácticas es la asignación de mérito al simple hecho de haber nacido con el sexo femenino. La  injusticia histórica de desigualdad y maltrato a la cual el tradicional machismo  había sometido a las mujeres, algo que no carece de veracidad, se ha estado  usando hábilmente como apalancamiento a la idea de que la  sociedad debe reparar esa deuda asignando un mérito especial a la mujer por el simple hecho de ser del sexo femenino; así  que buscando enmendar una injusticia , se crea otra distorsión  que rompe con la noción de lo que un mérito debería ser.

Mérito es un merecimiento del que alguien se hace acreedor por algo valioso que esta persona ha hecho; es una forma de compensar  el aporte especial que cada quien hace en la sociedad.

El feminismo de primera ola,  que buscaba igualdad  entre el hombre y la mujer, entendió perfectamente el verdadero sentido de esto; consecuentemente lo que quería era que hubiese  entre hombres  y mujeres  paridad en derechos y oportunidades de ascenso social, y se reconociese la contribución que las mujeres han hecho a la construcción social . En ese esquema la mujer  entendía que debía escalar sus posiciones por mérito , ya que ellas entendiéndose  iguales al hombre en dignidad , tenían las capacidades para desempeñar cualquier función igual o a veces mejor que muchos hombres. Este es un concepto que es fiel a lo que la definición de mérito significa.

Contrario a lo descrito anteriormente en el feminismo ultraradical o feminismo de segunda ola de estos días, no se pretende ni remotamente escalar por mérito, sino un esquema que por medio de favoritismos procura  preferenciar  el control de la mujer sobre la sociedad en todos sus ámbitos. La cuota privilegiada de colocación en los puestos hábiles y estratégicos de cada sociedad, y  sin mérito propio, solo por ser mujer, es una forma de lograr esto de manera rápida.

Volvamos a la racionalidad. Una sociedad justa es una sociedad donde el mérito tiene un valor; no impongamos con favoritismos por medio de palancas políticas a alguien por su raza o sexo, o simple afiliación partidista   a un nivel que no se haya ganado

Para el feminismo ultraradical  el archienemigo  es el hombre, el cual según ellas controla todos los estamentos  sociales que impiden su ascenso, así que ahora son ellas las que deben escalar las posiciones de dominio para poder revertir la situación. Si usted cree que estoy inventando cosas le recomiendo que lea los escritos de feministas como Judith Butler, Shulamite Firestone, Bela Abzug, Betty Friedan y muchas otras que excederán por mucho lo que he dicho,  y sin pretension alguna de lucir políticamente correctas declaran al hombre el enemigo a vencer y la meta a lograr  el matriarcado universal; es decir una sociedad en donde las mujeres detenten el control del poder sobre los hombres.

¿Porque esta estrategia de cuotas es la preferida?, porque el proyecto feminista ultra radical  no es un proyecto de avance para el sexo femenino que busca igualdad o tratamiento justo con respecto a los hombres,sino que es un proyecto político que usa astutamente la bandera del sexo femenino como clase superior pero  oprimida, para poder avanzar sus planes de control matriarcal.

En realidad no debe haber mérito en haber nacido mujer, ni hombre, ni blanco  ni negro,si asumimos que todos los hombres somos iguales; no debe haber ventajas, pues nosotros creemos que ni el machismo, ni el racismo, ni el feminismo ultraradical tienen razón al afirmar qué hay personas  con capacidades por encima de los demás por el simple hecho de su condición sexual o racial.

El feminismo ultraradical sin embargo regatea en todos los ámbitos las  cuotas que entienden hay que darle a la mujer.

En días recientes en nuestro país, la RD, hubo una situación  similar solicitando posiciones por cuotas para la mujer en las direcciones de los partidos políticos. Habiendo aquí tantas valiosas mujeres que han probado sin cuotas su valor en la política, y han ascendido en esas posiciones  por sus talentos, eso es un insulto a las capacidades que ellas realmente tienen.

Una sociedad justa debería funcionar por un sistema de compensaciones , en donde esos seres iguales en dignidad avanzan según las capacidades naturales que tienen y el esfuerzo que hayan hecho. Solo así evitaremos que los más incapaces, o los menos diligentes  ocupen los puestos que no le corresponden y viceversa. De lo contrario puede que en adición a esta distorsión pronto veamos a los pedofilos, transexuales, zoófilos y demás variaciones del repertorio ideológico de la nueva moral , y que compiten por "sus derechos", reclamar cuotas en los estamentos sociales.

Me temo que de prevalecer el criterio de cuotas para complacer a grupos de presión , veremos muchas personas incompetentes o indignas ocupando lugares de prominencia solo por tener una categoría anatómica femenina (que el mismo feminismo ultraradical paradójicamente desdeña como un accidente natural sin ningún valor).

Hay sin embargo excepciones reales en casos como los discapacitados, los cuales si ameritan por las dificultades de su naturaleza,  una ayuda compensatoria objetiva y balanceada para lograr equidad  social; por ejemplo, parqueos especiales para ellos, ayuda económica en las universidades, ayuda en sus ubicaciones laborales etc…

Decidamos y seamos coherentes, si se busca la igualdad de oportunidades como en el feminismo de primera ola, ¿cual es el problema en mostrar esta igualdad en justa competencia?; y si se proclama  la superioridad de la mujer sobre el hombre como en el feminismo ultra radical de segunda ola, entonces no necesitarían de un sistema de cuotas, todo resultaría muy fácil pues el sistema incorporará a los mejores, que por deducción de sus hipotéticos postulados  serian ellas.

Volvamos a la racionalidad. Una sociedad justa es una sociedad donde el mérito tiene un valor; no impongamos con favoritismos por medio de palancas políticas a alguien por su raza o sexo, o simple afiliación partidista   a un nivel que no se haya ganado. Los resultados como hemos visto en el caso de los políticos que ascienden a posiciones que no les corresponden por talentos propios,  por el simple hecho de ser aliados de un partido, son  una muestra más que suficiente de que una sociedad que no reconoce el mérito , es una a la cual le falta sabiduría y por ende pagará las consecuencias.