Estoy impresionado por el rechazo radical de segmentos importantes de las baja y mediana clase media a la pretensión del Presidente Danilo Medina de reformar la constitución a jacha y machete para repostularse, cual mal traje a la medida, medio haciéndose el desentendido de que a su partido le faltan más de 20 votos congresuales para constituir mayoría de 2/3 partes, y esto en el supuesto de que fuera innecesario un referéndum.

Tal vez tres factores, entre otros, nos podrían explicar la acre reacción de muchos ciudadanos de amplio espectro de influencia a su desaguisado.

(1) La actual Constitución fue fruto de un largo proceso de consultas a todos los grupos organizados y a personalidades, y sienten que es su Constitución y no la de Danilo, quien nunca dijo “esta boca es mía”.

(2) El que él dijera y redijera antes, durante y después de su campaña electoral que no era partidario de la reelección y que la debilidad de las instituciones lo imponían, factor éste que ha irritado a los más educados.

(3) El alto grado de intencionalidad amoral de hacer aprobar la reforma “a papeletazos limpios” -¿sucios?- en razón de que no hay otro modo, donde faltan más de 20 votos congresuales.

A lo anterior hay que añadir su estilo implícito imitativo de Joaquín Balaguer, o quizás cónsono con su temperamento, haciendo un largo mutis sobre un tema delicado, esto es, que quería que se le diera su plan maestro en frío sin siquiera dirigirse a la nación y/o explicar en rueda de prensa sus motivaciones.

Su conducta de solapado sabichoso reeleccionista se inscribe en la vieja escuela conservadora impositiva del continuismo a través de la reelección sucesiva, que ha impregnado parte considerable de nuestra desgracia histórica.

El anticontinuismo, a través del reclamo de la alternancia en el poder cada período de gobierno y la oposición a la reelección sucesiva, ha sido bandera de las fuerzas democráticas y liberales desde la primera constitución de 1844.

De modo, pues, que el reeleccionismo continuista y el antireelecionismo han dividido a la nación y han sido fuentes de parte considerable de nuestro histórico y político.

Sería más que oportuno, políticamente saludable, que el Presidente Medina procurara en la Librería Trinitaria el libro La Reelección: Una Polémica, que contiene un edificante debate entre Hugo Tolentio Dip y Enrique Apolinar Henríquez acerca de las pertinencias e impertinencias de la reelección presidencial.

Y ahí se confirma lo que él sabe: que el reeleccionista que retuerce los procedimientos y se quiere imponer…termina en uno de dos fracasos: O el moral o el político. ¿O los dos?