¿Dónde está la República Dominicana? ¿Dónde debería de estar? ¿Qué hacer? ¿Quién lo puede hacer? ¿Cómo lo debe hacer?

Más allá de las cotidianidades de cada ciudadana o ciudadano dominicano y después de concluido el más reciente proceso electoral y la juramentación formal del nuevo gobierno, son muy válidas las preguntas anteriores.

Ya más de 9 millones de seres humanos tienen  un destino común y hasta quienes han emigrado dirigen sus miradas hacia su lar de origen y aspiran como los que  están físicamente aquí, a un mejor destino para la nación dominicana.

Hay que establecer una clara diferencia entre el deber ser y el ser. A través de la historia no pocos en la búsqueda de lo que  debería ser lo mejor para su sociedad, se han colocado al margen de la realidad, y mientras luchan por ese ideal, poco hacen por colocar cada día un block o ladrillo al hermoso edificio que se sueña, y esperando verlo como toda una obra ya realizada, dan pocos pasos concretos en su construcción.

Se vivió una época de las grandes revoluciones. Más el balance en las experiencias más radicales como las de la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-URSS-, es que entre sus principales países, por ejemplo, como Rusia aun con tan grandes sacrificios, en cuanto al Desarrollo Humano el verdadero sentido y propósito del desarrollo no ha superado a otros países que tomaron más el camino de la evolución que el de la revolución. En el caso de Cuba, para citar otro ejemplo, en cuanto a Desarrollo Humano no es superior a Costa Rica, Uruguay o Chile que siguieron más el camino de la evolución que el de la revolución.

Hechas las precisiones anteriores y volviendo a la República Dominicana, hay que aceptar que aún con sus retrasos y dificultades, ha  avanzado. Existen muy claros diagnósticos para todas las áreas, además de que por consenso se dispone de  una Estrategia Nacional de Desarrollo END-2030, que aún le  restan 14 años y que puede convertirse a partir del concepto de planes maestros y sistema de seguimiento que le hace falta, en una  guía apropiada, con los ajustes que sean necesarios, para una efectiva  acción desde el Estado, como el más alto nivel de organización de la sociedad,  es decir, su  instrumento  principal.

Independientemente de banderías políticas, colores o preferencias,   todas y todos pueden y deben contribuir al desarrollo de la República Dominicana para  colocarla en un sitial más digno entre las naciones del mundo y en homenaje a quienes tanto se sacrificaron por su mejor destino.