“Una dictadura es una forma de gobierno en el que una persona concentra todo el poder (ejecutivo, legislativo y judicial) sobre todo el país y su gente, a menudo las dictaduras son respaldadas por los militares. Además, como una manera de asegurar su poder y tener más control, los dictadores eliminan ciertos derechos de las personas, la mayoría de veces incumpliendo los derechos humanos determinados.” Ed. UNAM.
“La dictadura constitucional es la forma de gobierno dictatorial en la que el poder se concentra de manera autoritaria o totalitaria en las manos de un dictador, controlando este, directa o indirectamente, los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, por lo que no se asienta el principio de separación de poderes ni el requisito de la consagración constitucional de los derechos fundamentales; Ambos, son requerimientos indispensables según Montesquieu y la corriente politológica mayoritaria para que la forma de gobierno se configure como Estado de Derecho.” BJV
Desde una visión holística a la historia dominicana la mayoría de cláusulas Sine Cua Non que constituyen las dictaduras definidas por los diferentes juristas y politólogos, vinculan los últimos gobiernos, como dictadura, incluyendo los del PLD, tocando hasta Danilo Medida especialmente.
Es simulada la democracia en República Dominicana, porque, sin respeto a la Constitución y las leyes no es posible un Estado de Derecho. Nuestra Constitución en sus primeros 8 articulados establece, la independencia, la soberanía del pueblo, un gobierno civil, republicano y democrático; la conformación de los poderes públicos y su independencia; un código de Estado Social y democrático de Derecho; y la función esencial del Estado proteger y defender los derechos con igualdad, equidad, libertad y justicia social progresivos para el desarrollo integral de todos.
Sin duda alguna, es evidente que superamos por mucho las condiciones que definen a cualquier dictadura, crisis e insatisfacción en todos los servicios públicos. Platón decía: “No hay peor justicia, que la justicia simulada”. De igual manera no hay peor democracia ni peor autoridad ni peor Estado de derecho ni peor ley que la simulada. Así mismo, lo establecido por la Constitución en sus principales articulados referentes a derechos, garantías y deberes fundamentales señalados del artículo 37 al 76, son simbólicos. Está claro, que la mayoría de derechos en la República Dominicana son violados o inexistentes.
Cuando los poderes formales (Legislativo-Judicial-Ejecutivo) y de igual manera los poderes fácticos (Empresarial o económico-Iglesias-Prensa-Intelectuales-Políticos-Mafiosos-Corruptos) fuera y dentro del Estado, violan la Constitución y las leyes sin ningún tipo de consecuencias punitivas, es lo que llamamos Régimen de Impunidad.
Si las estructuras del poder responsables de hacer cumplir la Constitución y las leyes, son participes o cómplices de ese Régimen de Impunidad, están desconociendo el sistema legal que institucionaliza el Estado; por lo tanto, es un régimen negador y usurpador del Estado de Derecho. Y si esto pasa, estamos en el preludio de la disolución del Estado, es decir, en un Estado Fallido, en donde no funcionan ni se reciben los servicios básicos y existe una crisis general de derechos.
Para certificarse la dictadura tiene que darse un estado dictatorial. La impunidad rampante que vivimos en el país es algo peor que una dictadura, pues, se usurpa el poder y soberanía del pueblo cuando se violan las leyes impunemente.
¿Cuál es, entonces, el régimen que impera en nuestra república, si no es una dictadura per sé?
Un régimen donde un grupo particular viola la Constitución y las leyes amparados en la impunidad comprada, con extorsión y chantaje directo o soslayado, es a lo que se llama una mafia. Es evidente, entonces, que en nuestro país vive Vito Corleone o es lo mismo decir, Trujillo no ha muerto. La mafia en toda su evolución, es una forma de crimen organizado.
Creo en la verdadera democracia participativa y su institucionalidad fundamentada en las leyes y el Estado de Derecho, pero no en la democracia simbólica que se burla del ciudadano, reparte pobreza, violencia e ignorancia.
Creo en la democracia de la Libertad y la honestidad; en la democracia de la justicia y la equidad; no en la democracia del hambre y la corrupción.
Creo en la democracia que liberta no en la que esclaviza y niega derechos.
Creo en la democracia que permite disentir, no en la que secuestra el pensamiento.
Creo en una democracia que reparte riqueza y bienestar a través de oportunidades de desarrollo integral para todos; no en la que niega la oportunidad de alcanzar los sueños de cada habitante dominicano y en especial los jóvenes con talento.
Creo en la democracia humanizada en que cada ser humano sea centro del quehacer social y político, con respeto a la diversidad; no en la que niega las derechos a trabajadores que se están muriendo de hambre y destruye el medio ambiente.
Creo en una democracia viva, que da vida, no en la democracia de muerte, que mata a los ciudadanos de hambre, por escases de medicinas y falta de atención médica, con calidad; que mata con balas y un sin número de abusos.
Creo, en fin, luego de tantos años de injusticia, en un modelo de democracia llena de amor, libertad y justicia social.
Por creer y confiar en la democracia y sus instituciones es que estoy plenamente convencido de que ella misma provee las herramientas legales para desalojar esta claque corrupta y podrida. El camino no es las urnas con votos etiquetados con precios para el mejor postor y sin consciencia; el camino correcto lo es el empoderamiento y la participación plena en los asuntos públicos; defendiendo y reclamando cada derecho violentado y olvidado, como conquistar la usurpada soberanía que reside en el Pueblo, también, la institucionalidad, el respeto a las leyes y justicia independiente con probidad de sus actores para resguardar el Estado de Derecho.