Al parecer nace un letargo retorcido y extraño, cansón, derrumbado…
Como esperar a Godot y que, obviamente, nunca llegue.
Un estado de alma, inconfesable, silente.
Hace dos semanas en esta columna escribí un artículo sobre el tema de la Campaña Electoral y el debate sobre la cultura y los partidos políticos. Hice señalamientos sobre los usos culturales y la clase política dominicana. Señalé su total ignorancia y falta de interés sobre el tema, a excepción de los momentos fuertes de las campañas electorales, cuando la cultura/circo sirve para amenizar el momento efímero de la bulla y el jolgorio, en el mejor estilo nacional.
Mi propio artículo, de fecha 8 de Agosto, mostraba un poco el hastío que producía ver los nuevos aprestos iniciados en el espacio bipartidista que se disputan la presidencia de la República.
Hubo claros signos de más de lo mismo, de eso que se conoce a leguas, tufillo de discurso repetido, monsergas sacadas del mismo baúl vetusto que mueve a estornudos de rechazo. Dejá vu vomitivo, que sólo genera apatías y muchas razones reflexivas, en mi caso enarboladas a tiempo.
A mi modo de ver, nada se resuelve luego de tantas lagunas ejecutorias, escondiendo el análisis franco del panorama cultural nacional, nada se resuelve.
Se me podría decir que al PLD ese debate no le interesa en esta campaña, porque su estrategia electoral implica defender su gran paquete con todo, como balance de 8 años en el poder, sería interesante saber si parte de ese paquete, que son 8 años culturales, estaría dispuesto a aceptar en debate público el balance de esa gestión, ese drama público queda para los estrategas del Danilismo…
Se me podría decir, también, que para el PRD sus 4 años de cultura, en estreno del ahora ministerio, son importantes y que quizás por el tiempo, 4 años menos, tendría menos que exhibir aunque públicamente la carta abierta dirigida a quien suscribe, escrita por el ex secretario Tony Raful en el Listin Diario el 16 de Agosto, revela una actitud abierta al debate, no sé hasta dónde.
Un visión saludable del tema podría mostrar que el mejor camino en bien del espacio cultura, es el debate por encima de la estrategias electorales de los dos partidos, a esta verdad me aferro hasta el final.
Las razones de mi aferramiento son muy lógicas: para los estrategas electorales la Cultura es un hecho coyuntural de menor efecto que se limita, sencillamente , a tener firmas importantes y destacadas en un documento, cuando en realidad la problemática cultural es cada más grave y peliaguda.
En los dos partidos, la visión circense de la cultura no ha dejado espacio a otros criterios novedosos cuya sistematicidad genere prácticas que se arraiguen en los ciudadanos, especialmente en los no existentes proyectos provinciales, donde la práctica cultural es una mueca ligera, posterior a la venganza de un ciclón corajudo.
Claro, cuando se vislumbra la polarización política la cultura más que un segundo plano, va a parar al zafacón de las ideas inútiles: la gente de las ideas y el pensamiento, entonces deben someterse a la ortodoxia más fiera y abortar sus procesos de debates y señalamientos para mejorar o transformar…
Los de la cultura, en estas elecciones del 2011, siguen esperando a Godot, según el primer acto de la obra de Samuel Beckett, cuando Vladimiro y Estragon hablan de la Biblia y los Ladrones y luego hablan de esperar a Godot, quien nunca aparece.
Tedio y miseria de los tiempos, apatía y cansancio, en un país que no alcanza fragor ni en su peor calambre de nacionalismo a ultranza, pero Godot no llega…