Estoy tratando de ver como inicio este artículo, y no lo consigo, busco en el pasado de mi interior, tratando de dibujar el tiempo y construir en mi memoria signos que expliquen y forjen pensamientos de un ser humano cuya grandeza son inatrapables por las palabras, un ser humano generoso, solidario, espiritual, lleno de fe, de alegría y de proyectos de vida.
Ramón Esteban, un amigo sin reservas, un hijo fuera de serie, un hermano como ninguno, un padre inigualable y un esposo único. Le conocí cuando él, Tulio Cordero, José Miguel Vega Gil, Miguel Ángel Caraballo, José Vizcaíno y Máximo Jiménez comenzábamos a trillar el camino para ingresar en la Congregación de la Misiones de los Padres Paúles. Fui acogido por sus padres y su hermana: don Ramón Esteban, doña Viviana Taveras y Ramonita Gómez, como un hijo. Compartí sus pecera pasa tiempo favorito y, el cantar de sus pajaritos las noches que pernote en la casa de sus padres.
El Hogar Escuela Rosa Duarte y la casa de las Hijas de la Caridad en Moca son testigos de su risa inocente y su jovialidad de cada jornada vocacional orientada por quien fuera nuestro guía espiritual y mentor de nuestros sueños, el Padre Jaime Vergara, a quien debemos lo que hoy somos, como seres humanos y como hombres de fe.
Doce dominicanos partimos hacia Colombia convencidos de que la llamada de Dios era servirle como religiosos Paúles, para él, para mí y para otros no era lo que Dios nos tenía reservado; para Tulio Cordero, si lo era. Ramón Esteban tenía en Tulio Cordero su ídolo y, vivió su ordenación como si fuera la propia.
El pasado 21 de octubre la muerte no le sorprendió, siempre vivió cada día como si fuera el último sobre la tierra. Su tenacidad le llevó siempre al éxito, su pureza y honradez le garantizaron en el Grupo de la Santo Domingo Motor escalar a los puestos de mayor responsabilidad y confianza, hasta culminar siendo su Contralor. Iniciaba con ilusión y realismo su propio proyecto de consultorías profesionales.
Si comenzar me resulto difícil, difícil más que todo, por no saber cuál de tus múltiples virtudes destacar; terminar ¡oh Dios!, parece una proeza que no logro definir. La calidad humana, la tuya, hermano Ramón Esteban es imposible de limitarla en la apertura y cierre de un artículo, no hay forma de hacer retro visión con la vida de un amigo, que es hoy más vida que ayer, descubiertas, tal vez, en su partida sin anuncios ni noticias.
Eres el dasein de Martín Heidegger, fuiste un ser arrojado en la historia de tus padres, tu hermana, tus hijos, tus amigos y los que conociste en los afanes de la vida, siempre estuviste “ ahí” construyendo luz y alegría para una vida plena, vida de la que gozas hoy.
Ni siquiera, amigo, la foto de hace 40 años que acompaña estos recuerdos, en la que apareces tú en el círculo 1, Tulio en el 2 y el autor de la columna en el 3, pueden atrapar ese sueño de peregrino que nos marcó a todos por ser tú cantera de solidaridad, generosidad y cariño, estas huellas, amigo, solo la trazan los buenos, los justos y los grandes. Gracias hermano por transitar contigo este breve trecho de la vida. Dios te colmará de la paz y el amor que supiste dar a los demás.