Raimon Panikkar (1918-2010) es una de las figuras más importantes del siglo XX y de los comienzos de este siglo en el tema del diálogo interreligioso e intercultural. Su formación en ciencia, filosofía y teología (era doctor en cada una de estas disciplinas) desembocó en la elaboración de una síntesis entre ámbitos de la realidad que aparentan ser de difícil conciliación: Oriente y Occidente, ciencia y filosofía, secularidad y sacralidad, silencio y palabra, mito y racionalidad.

Siguiendo a Maciej Bielawski, uno de los últimos biógrafos de Panikkar, podemos organizar su pensamiento en cinco zonas que son como círculos concéntricos. Esta especie de mapa nos permitirá captar la vastedad del pensamiento de Panikkar y, a la vez, nos ayudará a conocer algunas de sus obras fundamentales.

La primera zona es la del diálogo. Panikkar consagró gran parte de sus esfuerzos a establecer un diálogo que empezó siendo inter- e intrareligioso para evolucionar después en un diálogo entre culturas donde no quedaron marginados los temas de la política y de la paz. Algunas de las obras donde podemos encontrar su pensamiento sobre estos temas son El diálogo indispensable: paz entre las religiones (2003) y El espíritu de la política: homo politicus (1999).

La segunda zona es la de la mística. Para Panikkar la mística es una experiencia donde confluyen, sin confundirse, lo divino, lo humano y lo cósmico. Algunos libros donde trata el tema de la mística son Invitación a la sabiduría (1991) y De la Mística. Experiencia plena de vida (2005).

La tercera zona es la de la reflexión cristológica. Aquí Panikkar va más allá de las reflexiones cristológicas tradicionales y de la discusión sobre el «Jesús histórico» para detenerse en la experiencia mística de Jesús de Nazaret. El propósito de Panikkar es conectar la experiencia mística de Cristo con la experiencia mística accesible a toda persona. Las obras donde mejor aparece tratado este tema son El Cristo desconocido del hinduismo (1970) y La plenitud del hombre. Una Cristofanía (1999).

La cuarta zona es la del «cosmoteandrismo». Este neologismo de Panikkar quiere expresar, en esencia, que el cosmos, el hombre y la divinidad forman una unidad armónica inseparable. Este ha sido uno de los principales temas tratados por Panikkar en sus escritos. Las obras más destacadas donde se aborda este tema son La intuición cosmoteándrica. Las tres dimensiones de la realidad (1993) y The Rhythm of Being (2010).

La quinta zona es la de la ecosofía. Panikkar mostró preocupación por la actual cultura tecnocrática y a ella dedicó varias reflexiones. Para Panikkar no se trata de rechazar los avances tecnológicos y científicos, sino de armonizarlos con las otras dimensiones de la realidad. El modo en que nuestro filósofo vio tratado el tema ecológico por muchos contemporáneos le pareció insuficiente, pues considerar la tierra de un modo eco-lógico podría ser otra forma de colonialismo antropocéntrico. Él prefería utilizar la palabra «ecosofía», término con el cual quiso mostrar que la tierra tiene una sabiduría que hay que escuchar. Los libros donde Panikkar trata estos temas son La puerta estrecha del conocimiento. Sentidos, razón y fe (2005) y Ecosofía. Para una espiritualidad de la Tierra (1993).

La tendencia principal que Panikkar mantuvo fue la de abrirse a todo lo real trazando puentes y superando obstáculos. No obstante, quizás esto tuvo la contrapartida de que sus soluciones concretas no hayan tenido el mismo nivel de creatividad que su capacidad para dar solución a los problemas globales. Además, a Panikkar se le ha hecho la crítica de haber asumido como principio metodológico la exigencia de que una religión, para ser comprendida a plenitud, no puede ser estudiada desde fuera, sino que hay que ser, de algún modo, creyente. Con esto Panikkar habría confundido el punto de partida de la teología con el de otras disciplinas que pueden tener como objeto el estudio de las tradiciones religiosas (historia, antropología, sociología, etc.).

Con todo, si le damos la razón a Kant y concluimos que la redondez de la tierra es una evidencia de nuestra obligación a tolerar a los otros y a establecer vínculos, entonces Panikkar aparece como un referente ineludible en esta tarea.