No existe documentación conocida sobre la existencia de la poesía popular entre los pobladores originales de la isla de Santo Domingo, que hoy compartimos con Haití, pero tampoco puede ser negada categóricamente su existencia.  La modalidad que conocemos hoy en día, donde prevalece la métrica española, fue traída por los colonizadores europeos en los primeros viajes del Almirante Cristóbal Colón.

Por su condición de esclavo, no se ha recopilado el aporte africano a la poesía popular, permaneciendo invisibilizado, aunque los afrodescendientes han sido determinantes en su desarrollo.  En la conformación de nuestra identidad, en lo que somos las y los dominicanos, su cuota ha sido muy importante: En la creatividad, la hilaridad, la lógica existencial, la capacidad de sobrevivencia, la malicia, la ironía y la sátira.  Por ejemplo, Antonio Mónica (Meso Mónica), un negro zapatero que vivía en el barrio de Santa Clara de la ciudad de Santo Domingo, en la última etapa del siglo XVIII, es considerado “el más grande repentista y poeta popular nacido en la isla de Santo Domingo en toda su historia”.

Rafael Emilio Aguasvivas, cantor de chuines de Baní

A Diferencia de España, en Dominicana, según Doña Edna Garrido de Boggs, la poesía épica no está presente en el folklore nuestro ni la poesía dramática.  Para ella, la métrica más utilizada en la poesía popular dominicana ha sido la copla.  Esta, en opinión de Juan Rufo, escritor del siglo XVI “es cada cuatro versos de un romance”.  En el caben cantos de hacha, cantos de trabajo, salves, villancicos, aguinaldos, etc.  Aun así, la expresión más popular ha sido la décima, en la modalidad de “a lo divino y a lo humano”, la cual en una época y en algunos lugares del país, era acompañada por la música de una guitarra.

En algunas partes del Cibao, la décima, con la denominación de “mediatuna”, es enriquecida con modalidades particulares.   A nivel nacional, además de las tonadas a lo “divino y a lo humano”, como en La Isabela, Puerto Plata, tenemos “los Cantos de Toros”, en la región Este y “los chuines” en Bani, como expresión de la región Sur.

Además de la décima, en diversas comunidades rurales de Bani, se desarrollaron los chuines, como expresión de la poesía popular.  La palabra “Chuin” tiene un significado desconocido para sus cultores, sin  un consenso, incluso, entre los investigadores. Tal es el caso de Julio Alberto Hernández, Ismael Díaz Melo, Juan Francisco García (Pancho) y J.M. Coorpersmith, en donde cada uno tiene su punto de vista particular.   Para algunos, en comparación con la décima, los chuines son un “chin” de la misma y de ahí su nombre. (Esto es otra discusión.)

En realidad, los chuines son coplas formadas por cuatro versos, donde la segunda ritma con la cuarta, quedando libre el primero con el tercero.  Aunque es muy común el verso octosílabo, no se puede afirmar que esta sea la métrica dominante, porque también son frecuentes versos de otras dimensiones.  Según Edna Garrido de Boggs, “el chuin es un hibrido entre la cuarteta y la seguidilla”.

Aunque algunos investigadores plantean que originalmente los chuines tenían acompañamiento musical, hoy en día son ejecutados a capela, en porfía, caracterizados por un contenido alegre y jocoso, con abundancia de hilaridad e ironía, donde el amor, el desamor, el doble sentido de manera muy sutil, pero provocadora, prevalecen como expresiones espontaneas e improvisadas.  De estos, podemos ver dos ejemplos:

                                                                 “Cuantas mujeres bonitas

                                                                tengo el juicio interrumpío

                                                                que me levanten la mano,

                                                                las que no tengan marío”

Con cara de picardía y de aparente inocencia, uno de los Chuineros de mayor   antigüedad del grupo del Cañafistol, Rafael Emilio Aguasvivas, mirando fijamente a una mulata hecha por Dios,  expresaba:

                                                        “Así como tú me ves

                                                          chiquito pero encastao

                                                          llévame pa tu casa

                                                          pa que me comas ripiao”.

Para algunos investigadores, los chuines fueron llevados a Bani por los canarios y para otros, llegaron desde Andalucía.  Para nosotros, no llegaron a Bani de ninguno de esos dos lugares, (tema para tratar en otra oportunidad) sino que son el resultado de un proceso creativo a nivel popular banilejo y que con esta modalidad, en el único lugar del país que existen es en Bani.   Son un patrimonio cultural de identidad banileja, o como dicen algunos del “banilejismo”, amor emotivo, nostálgico, y romántico por Baní.

Hoy, el último bastión de los chuines como expresión folklórica de la poesía popular, está localizado en el Cañafistol, comunidad rural de Baní. Allí, son profetas en su tierra y amenizan con su poesía diversas actividades.

Chuineros de Baní

Han pasado los años y todavía se está esperando la valoración y el reconocimiento que merecen como artistas, como poetas populares los Chuineros, incluso con la ausencia de una política cultural para su salvaguardia, aunque se han dado excepciones a nivel de responsabilidades, como fue la del escritor Avelino Stanley, cuando fue Viceministro de Cultura.

Hace apenas unos días, Rafael Emilio Aguasvivas (Juan la Pesca), líder del Grupo de Chuineros del Cañafistol”, a la edad de 84 años, murió inesperadamente de un paro cardíaco en la ciudad de Massachusetts, Estados Unidos, en medio de esta pandemia mundial del Covid -19, donde fue imposible la realización de honras fúnebres en su pueblo, para rendirle los honores correspondiente a este artista popular, por la complejidad  y las complicaciones de un protocolo oficial que lo permitiera.

Desapareció un artista popular, un patrimonio de la cultura Banileja, sin un reconocimiento de la magnitud de su creatividad, de su entrega para mantener viva la tradición de los Chuines, de la poesía popular. Para un pueblo que lo admiraba tanto en vida,  murió un gran ser humano, una gloria del folklore dominicano, de la identidad nacional.  Murió un artista popular, luchemos para que siga vivo en el corazón del pueblo, luchemos contra el olvido. 

Estoy seguro, que cuando los porteros del cielo lo vieron llegar, siempre sonriendo, como en la isla de Mompox, Colombia, cuando el grupo de los Chuineros se presentó en la inauguración de un encuentro internacional de la UNESCO, en el cual estuve presente, Juan Emilio expresó:

                                                        “Yo estoy pensando otra cosa

                                                          aunque tú me veas así:

                                                          nosotros representamos

                                                          la cultura de Baní”.