Julio, 2018. Las autoridades de Salud de Estados Unidos anuncian alerta de rabia para la zona de West Kendall del condado Miami-Dade. El perímetro está perfectamente definido. Han hallado un mapache positivo al virus.
El diario más importante del estado, El Nuevo Herald, resalta que “se trata de la segunda vez que se emite una alerta, desde el 18 de mayo de 2017, en que atraparon un mapache con rabia.
El Centro de Prevención de Enfermedades (CDC) advierte que todos los mamíferos son susceptibles al virus, pero que solo algunas especies son importantes reservorios, como los mapaches, linces, zorros, zorrillos, murciélagos, nutrias y coyotes. Y ha recomendado a las personas a no hacer contactos con estos animales. https://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/article214336414.html.
Ha comenzado el 2019 y los letreros de alerta siguen muy visibles en puntos estratégicos del estado ubicado más al sureste de EE.UU. Nada de pánico. A nadie se le ha ocurrido plantear que se declare emergencia nacional. Mucho menos que se hundiría el imperio.
AL SUROESTE DE RD
En República Dominicana no hay mapaches, ni coyotes, ni zorros, ni zorrillos, ni nutrias, ni linces. Pero sí una caterva de murciélagos y “jurones”, que también son reservorios del mortal virus. Pedernales es un municipio del suroeste dominicano, con 135 kilómetros cuadrados, fronterizo con Anse -a- Pitre, el más empobrecido de los pueblos haitianos. Allá, a 307 kilómetros de distancia del DN, no están libres de “jurones” y murciélagos.
Y los perros son parte de la vida del pueblo desde el primer cuarto del siglo XX, con la llegada de los fundadores. Por algo, durante los años sesenta y setenta, llamaban “la calle de los perros” a la Juan López (originalmente la sabana donde nació Pedernales).
Hoy, sin embargo, escasea la conciencia sobre los riesgos de jaurías a expensas de las enfermedades, algunas transmisibles a los humanos, como la rabia.
Ni hablar del desconocimiento acerca del peligro que representan el fiero “jurón” y el audaz murciélago en tanto fuentes de esta patología.
Al primero solo lo conocen bien por su habilidad para comerse los huevos y las gallinas en los criaderos. Los “conquistadores” españoles introdujeron estos animales para matar una plaga de ratas producida por crías que habían llegado con ellos en los barcos; mas, con el tiempo cambiaron de manjar. Y al segundo, lo conocen porque “fuma” y por su “fealdad”.
Desde hace décadas, los jóvenes de Pedernales han fabricado trampas para agarrar a los “ladrones” de sus aves, y eliminarlos.
Consisten en cajas con dos cubículos contiguos, pero separadas por una malla que permite la visibilidad entre ambos lados. En uno, bien asegurado, se coloca un pollo como carnada; y en el otro, vacío, con la portezuela abierta para permitir la entrada de la mangosta que va detrás de su presa. Una vez adentro, con el movimiento del animal, la puerta cae y se cierra.
Atrapar para linchar este pequeño mamífero parecido al zorro, siempre ha sido noticia en los campos, dadas su fama de guapo e intruso.
Entre los muchachos también era rutina la odisea de capturar algún murciélago durante las noches oscuras, para colocarle en la boca un cigarrillo fabricado con hojas secas de “cigarrón” envueltas en papel de envolver de los colmados, o de páginas arrancadas a los cuadernos de la escuela.
Ni sospechaban los altos riesgos para la salud humana y la de sus canes. Y parece que aún hoy pocos lo sospechan.
El brote de rabia canina y rabia humana que, en 2018, no solo se ha cobrado las vidas de tres niños, tras ser mordidos por perros callejeros previamente infectados no se sabe por cuál fuente. También ha evidenciado desconocimiento y actitudes equivocadas respecto de esta mortal enfermedad.
VACÍO COMUNICACIONAL
Ante el impacto social de los decesos resultantes del brote, resaltaron el uso del “perifoneo” por una “guagua anunciadora”, una lluvia de alegatos con la aparente intención de derivar culpas o de montarse sobre la ola de las corrientes de opinión y politizar el tema, y mucho pánico. Gritaron:
“Hay más de 5 mil perros en el municipio” (27,955 habitantes, al 2012). ¿Quién lo permitió?
“Muchos de sus dueños creen que la vacuna contra la rabia mata sus animales y se resisten a que las brigadas los inyecten”. ¿Por qué esa ignorancia?
“Son perros haitianos”. ¿Y esa raza nueva?
“Hay que matá a todo eso mardito perro”. ¿Por qué?
Y la más espectacular de todas, esbozada por un reconocido exdirector del Centro Antirrábico Nacional ante un brote muy focalizado: “Hay que declarar estado emergencia nacional”. ¿Lo recomienda la OPS? ¿Lo hizo Estados Unidos con el caso de La Florida?
En tales asertos se nota a leguas un grave déficit comunicacional que Salud Pública debe abordar desde la Planificación de la Comunicación para evitar los cabos sueltos y la improvisación, si no quiere sorprenderse con un brote de mayor envergadura que podría convertirse en epidemia. La selección de los medios y mensajes clave, por ejemplo, no debería ser el resultado del capricho de improvisados en la materia en una coyuntura.
LA BOCINA DE NUEVO
Hace 48 años, Pedernales registraba un movimiento económico, social y cultural jamás igualado. Pero la comunicación con la comunidad –eso sí– se limitaba al “perifoneo”. No había de otra.
El Cine Doris superaba por mucho el rol de una atractiva “guagüita anunciadora” que, en la voz chillona de una mujer, ofertaba “sudorina Estrella Azul, para los malos olores; y productos milagrosos para las lombrices, la anemia y la sarna…
Por una bocina giratoria, desde lo más alto de la cabina de proyección, Fernelis Dotel, Nolin, Ramón Timita… lo anunciaban todo: desde el “compre su boleta, entre y diviértase, con la espectacular película… Faltan 15 para dar el comienzo”, hasta las notas luctuosas, los cumpleaños y otros avisos. Era la Radio Guarachita del pueblo (consta en el libro en proceso sobre Pedernales).
Todo cambió en 1972 con la formalización de Radio Pedernales, que estaba en transmisión de prueba desde el año anterior.
La población puso sus oídos en la estación de Rodolfo Lama Jaar, el mandamás de la “Cadena fronteriza de la dominicanidad”.
A la vuelta de casi medio siglo, el municipio exhibe cuatro estaciones: Trueno (genérico que borró de un tirón la marca Radio Pedernales); Jantipa, La Calle y la CTC (radio comunitaria). Sin embargo, la “guagüita anunciadora” (la bocina), ha vuelto a ser la protagonista. Es el medio ideal para anunciar: muertos, fiestas, reuniones, propaganda (política y religiosa) y para las alertas.
Este cambio negativo en el ecosistema mediático local, el nivel de desconocimiento y el pánico, son solo un filón de la falta de una cultura de prevención que jamás será posible mientras se vea la comunicación como un gasto, o como accesoria, pasible de ser gestionada por improvisados.