La verdad es que el palo donde se encaraman los políticos está hecho de caramelo, de confitura, de miel, o de mantequilla y queso, y como dice el merengue del Cieguito de Nagua, a quién, a quién no le gusta eso.

Atrae, llama, seduce, embriaga, empalaga, obsesiona,  empecina, obceca, enferma, envilece, y hasta hipnotiza.

No basta estar cuatro, ocho o doce años, ni doscientos que se pudiera vivir, el caso es seguir, continuar, durar, perdurar, eternizar, perpetuar.

Qué bueno es eso de mandar, dirigir, firmar, discursar, proclamar, influenciar, aprobar, rechazar, vetar, someter, viajar, brindar, inaugurar, celebrar, festejar.

Y también, el enriquecer, corromper, prevaricar, sobornar, prohibir, silenciar, tapar, odiar, amenazar, escaquear, camuflar, ignorar y ocultar.

Qué seductor es ser querido, amado, deseado, reverenciado, respetado, nombrado,  temido, alabado, loado, lisonjeado, solicitado, ensalzado, piropeado, homenajeado, condecorado, glorificado y endiosado.

No ha sido suficiente para Leonel, haber gozado de todo lo anterior y haber instaurado una vergonzosa y perjudicial Cleptocracia sin igual, que por muchos ha continuado y seguirá  lastrando y empobreciendo la vida de los dominicanos.

No ha sido suficiente para Leonel, haber dejado al final de una docena de años un país estancado, con pésimos índices de retroceso económico y social para sus clases más empobrecidas, pero óptimos en beneficios para las clases privilegiadas.  

No ha sido suficiente para Leonel, haber sido rechazado por sus malos gobiernos, y a los peores ejemplos de protección, favorecimiento, amparo, justificación, y disimulo, a los principales y señalados corruptos del país, sus grandes amigos y canchanchanes de partido.

No, no ha sido suficiente para Leonel, que ahora quiere volver a encaramarse en el palo otra vez bajo el tristísimo argumento de rescatar la República de la corrupción y la impunidad, y para ello busca dos millones de firmas que le permitan llevar a cabo sus aspiraciones.

Y es capaz de conseguirlas, pues para ello sembró los campos de pobreza durante sus tres gobiernos con cientos de miles de tarjetitas de ayudas solidarias, y ahora quiere recoger de nuevo la cosecha de sus frutos clientelistas. Y si eso no basta, está el Poderoso Caballero Don Dinero que tanto logra, avasalla y allana.  

Pero, no firmemos, no pongamos primeros nombres, ni segundos, ni apellidos, ni los alias, ni las iniciales, no pongamos la huella de los dedos, no pongamos las desgraciadas marcas o las cruces de los que no les dieron el derecho a leer o a escribir. Por esta vez, seamos todos analfabetos solidarios.

¿Es qué no se da cuenta de que ya estamos hartos, cansados, agotados, extenuados, aburridos, aturdidos, desfallecidos, moribundos y sobre todo, escarmentados, de tanto leonelismo?      

Quoesque abutere, Leonel, patientia nostra, ¡hasta cuando vas a abusar, Leonel, de nuestra paciencia!