Desde los  inicios del confinamiento, quedó muy claro que esta crisis no generaría un acercamiento solidario ni tampoco nos haría mejores seres humanos. Me explico:

Contrario al episodio del 9/11, este confinamiento nos ha impactado de tal forma que diezmará el tejido social de la humanidad y por ende, nos hará sentir rencorosos y patéticos.

Se puede dar el caso de confrontamientos estériles entre diferentes etnias y clústeres sociales, aupados por intereses políticos espurios, que se nutren bajo el paradigma de ¨pescar en rio revuelto¨.

El ocio forzado, no cumplirá su cometido de generar la creatividad espntánea, debido al surgimiento de nuevas conceptualizaciones sobre lo ¨imprescindible¨ para sobrevivir este confinamiento, aún dentro de precariedades económicas y morales; el hacinamiento físico induce al hacinamiento moral y concupiscente.

Ante la masiva intervención estatal, en los ámbitos económicos, financieros, de movilidad social (horizontal y vertical) y todo lo relativo al orden público, los confinados desarrollan una animadversión hacia el orden establecido debido a las falencias y carencias de las políticas de mitigación adoptadas por el Estado.

Para los mas afortunados, las nuevas rutinas de supervivencia le permitirán desarrollar nuevas destrezas enfocadas hacia ¨el quédate en casa¨ como paradigma de un nuevo modo vivendis y operandis. La connotada periodista Altagracia Salazar lo resume magistralmente en su más reciente TWEET:

¨Nuestro país necesita una jornada de sanación social. La miseria humana que se ha expresado en las redes sociales refleja una minoría corrompida hasta los tuétanos y capaz de cualquier cosa por mantener un estilo de vida que se fundamenta en la exclusión de las mayorías¨.

Sin embargo, aquel que en  su día a día dependía de lo que vendía, verá que su entorno se derrumba ya que no puede salir a producir y su clientela tradicional tampoco esta.

Las élites económicas aprovecharan este confinamiento para los conciliábulos operacionales, de dominio y poder, que las caracterizan. Esta claque saldrá fortalecida del confinamiento y se proyectara con mas fuerza en los escenarios sociales, políticos y económicos.

Un factor que adrede se esta pasando por alto, no es precisamente la reapertura de la economía, si no la cantidad de desempleados que generara el factor ¨Quédate en casa¨, donde los nódulos operacionales ya no necesitan la presencia física del empleado, si no que este puede ser fácilmente substituido por un Algorithmo computacional remoto.

Este factor, agudizará la disponibilidad de plazas de trabajo tradicionales y mermara las posibilidades de inserción de esos nuevos desempleados. Peor aún, no veo un plan nacional de capacitación para la inserción de estos, en nuevas plazas de trabajo.

Ante este panorama disfuncional, los confinados menos afortunados están aptos para su inmersión en procesos disonantes con la paz publica y el ordenamiento jurídico constitucional. Dicho en buen dominicano:

El factor ¨Quédate en casa¨ es el mejor caldo de cultivo para un desasosiego  sumamente anárquico y entrópico, para el tejido social dominicano.

Este estadio atávico de repente, también se inserta en una situación política muy controversial, donde las pasiones se multiplican exponencialmente, dando al traste con toda esperanza de vuelta a la normalidad cotidiana.

Esto así, debido a que los confinados desarrollan una empatía que se  se caracteriza por tener afinidades e identificarse con las miserias compartidas. De ahí que se desarrolle una gran conexión a través de las redes sociales.

El país necesita oír, de manera urgente e impostergable, mensajes que generen empatía en lo referente a la seguridad alimentaria, educacional y laboral.

Los actores políticos más relevantes todavía no han estructurado un Plan Nacional de Inserción Laboral concomitantemente con un Plan Nacional de Capacitación Laboral dirigido a reorientar a esa fuerza laboral, que irremisiblemente se vera fuera del mercado de trabajo por loa próximos dos años.

Para este interlocutor, lo anterior debe ser la principal prioridad, después del 5 del Julio, del año en curso.