Este evento trascendental para nuestra sostenibilidad energética y económica ha transitado por caminos pedregosos llenos de apatía e indiferencia. Su trayectoria sinuosa se inicia en los albores del año 2015 y eventualmente  culmina en el Otoño del año en curso.

Digo eventualmente debido a que todavía este bien documentado experticio NO cuenta con el apoyo unánime de todos los sectores sociales y económicos que pudieron haber participado en su elaboración.

Los aspavientos y desavenencias surgieron a partir de agosto del 2017 cuando los ¨representantes del sector social¨ se retiraron de las negociaciones y del guateque que, a la postre, caracterizaba dichos encuentros.

El Menú de propuestas abarca desde la reestructuración de las EDES (en sus cuatro puntos cardinales) hasta la transformación de la generación y transmisión de la Matriz Energética nacional.

Las disconformidades también asoman en lo referente a la forma cómo se contrata la compra de energía por las EDES: a la estructuración del ¨peaje de transmisión¨ (interconexión), las contradicciones existentes en el entramado legal y operativo que conforma el sub sector eléctrico, el cuestionamiento al Régimen de Méritos que ampara la entrada de los generadores al Sistema Eléctrico Nacional  Interconectado (SENI), las indemnizaciones que las EDES tendrían que pagar a los usuarios por energía no servida, la penalización de las pérdidas por obsolescencia en las redes de transmisión, la energía no cobrada por fraude/robo;  la compensación a los ayuntamientos por el derecho a servidumbre en áreas de dominio público, etc.

Todo lo anterior refleja cierta coherencia entre los planteamientos de los actores en el proceso de discusión del Pacto eléctrico. Sin embargo, la politización de la estructura argumentativa refleja el verdadero trasfondo del caldo de cultivo de dichas contradicciones expresadas por aquellos que alegan su no participación u objeción al documento.

Resulta ser que el Mascarón de Proa contra el documento de marras lo constituye Punta Catalina.

El ramillete de objeciones a esta planta generadora tiene su basamento en sus orígenes peculiares y accidentados, donde, aparentemente, se dieron situaciones de "inconformidad financiera", doble rasero en las evaluaciones de las propuestas, problemas de diseño, contaminación ambiental, etc.

Hoy día, aquellas inconsistencias persisten y son óbice de observaciones y críticas de índole financiero, operacional, legal y hasta de denuncias de corrupción.

En fin, todos los actores, activos o pasivos, quieren hacer prevalecer sus criterios, al amparo de sus intereses mediáticos, políticos y hasta de índole pecuniario. Parece ser que la piñata de Punta Catalina tiene muchos convidados para la ceremonia de su adjudicación, donde la repartición de los caramelos dependerá del que dé el "palo" más fuerte y asechao.

Mientras tanto y en el ínterin de la entrada en vigencia de dicho ¨Pacto¨, el país seguirá viendo este circo de mal gusto desde las gradas de la desesperanza y la desconfianza impenitente.