Porque: “Los hombres neutrales,

son los aliados del Diablo”

El Infierno y el Paraíso me parecen

desproporcionados.

Los actos de los hombres,

no merecen tanto.

  1. Luís Borges.-

En realidad no son coincidencias del momento, simplemente ha sido tanta la pus que albergaba ese barril que en algún momento tenía que explotar. Y nos referimos nueva vez a lo que en tantas otras oportunidades y tiempo hemos hecho referencia, es decir, a la vergonzosa corrupción uniformada que pululaba sin control alguno por los pasillos del Palacio Nacional, encabezada por la cúpula del famoso y desacreditado Cuerpo de Ayudantes Militares, y que hoy, después de una “Gran Reforma”, fue rebautizado como Cuerpo de Seguridad Presidencial (Cusep), algo muy parecido a lo acontecido con la Policía Nacional y su “Transformación”.

Pero, aun después de su “limpieza”, en el fondo, permanecen muchas manchas en su piel, aunque ya sin cáncer. Ese famoso organismo de seguridad presidencial, venía desde hace décadas, convertido en un real nido de sanguijuelas, de ratas –salvo ligeras excepciones, como el tiempo en que estuvo el actual Ministro de Defensa-, un estercolero moral y nido de puros delincuentes o mafiosos, eso era.

Pero después, a sabiendas manifiestas de sus jefes “eso” en realidad, era una pocilga, desde aquellos tiempos en que estaba formada por una simple compañía+ –unos 150 hombres- “C” Cía. perteneciente al Cuartel General del Ejército y que a medida que iban colocando un soldado (en vez de una cámara) en la puerta de cada oficina y de  comenzar asignar soldados para la seguridad de ministros –cosa esta no contemplada en su organigrama- e irse apoderando de las designaciones en otras instituciones estatales- cuya dieta le llegaba mermada al interesado, esta asociación de malhechores llegó o ha llegado a tener más personal, que cualquier otra Brigada de Infantería.

Es así, como en una ocasión, al Jefe de esa Unidad se le llegó a conocer, como el “Señor del Oro” porque comúnmente su remuneración, por “diligencias y favores”, había que pagárselos en dólares norteamericanos. Y es que no había o eran pocas las contratas que obtenían la firma del Presidente, si antes no se dejaba el diezmo y luego, para poder obtener el pago final, había que pagar hasta el 30% del cheque emitido e ir acompañado por un Oficial al banco, quien se encargaba de recibir el porcentaje del Jefe.

De igual manera apareció el rango de mayor general para esa posición, ya que el “poderoso” alegó que necesitaba ese rango para evitar que los jefes de fuerzas  “lo macanearan”. De ahí en más, la debacle institucional cayó en una espiral descendente que hace tiempo taladró el suelo, porque todo aquel que deseaba alguna posición de mando, por obligación tenia -como dice el pueblo-, que cantearse primero con unos millones y aun así, tenía que ejercer su mandato bajo los deseos o apetencias de “el Señor de Oro”.

Pero, después de un breve respiro, el mismo Satanás se apropió de esa plaza y apareció el Factótum, que en cierta ocasión tuvo al producirse el primer hecho de sangre entre él y otro aspirante al mismo puesto dentro de esos pasillos que podría haber pasado a la historia como algo grotesco y que quizás hubiese, en ese momento, desnudado todo cuanto acontecía descaradamente dentro de lo que se suponía una prístina sede gubernamental. Todo esto, porque los ascensos que emanaban de ese despacho, eran mayores que los solicitados por los Jefes de Fuerza.

De unos 80 o 100 puestos de mando e importantes dentro de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, más del 40% de esos nombramientos dependían del Factótum. Pero vaya usted a ver que este engendro ha navegado con suerte, no así este último que venía buscando esa posición desde hace más de una década en tanto se paseaba por otros puestos donde por igual hizo algunas diabluras, las cuales son bien conocidas por muchos. Indiscutiblemente que se alocó y el Jefe lo sabía –imposible no saberlo-, al igual que otros con anterioridad. ¡Sí señor!