Leonel Fernández transita una crisis reputacional que, sumada a la ya en avance crisis de liderazgo, podría dejarlo mal parado ante su propia impronta. No vamos a entrar en detalle sobre las declaraciones de Quirino Paulino al referirse al ex presidente y las supuestas donaciones que hizo a sus actividades políticas y pseudo-políticas. Sin embargo, nos parece interesante evaluar los rasgos de la crisis que enfrenta Fernández.

Con ausencia en los medios impresos de circulación nacional se dio el segundo paso contra Leonel Fernández del extraditado por narcotráfico Quirino Ernesto Paulino Castillo. El primero había sido la aparición de una supuesta carta escrita por este al ex presidente. El hecho de que no fueran publicadas sus declaraciones en la prensa escrita podría tratarse de un mecanismo para evitar demandas por injuria. Esto así, porque ningún medio, al inicio de lo que se ha convertido en nuestra entretención más recurrida, podría haber sostenido la veracidad de lo dicho, ni tampoco certificar como responsable a quien luego comprobamos era Quirino.

El “estoy aquí” de Fernández fue inteligente desde el punto de vista político. Sin embargo, muestra que, además de estar poco coordinado en sus vocerías, el entorno de Leonel carece de la frialdad necesaria para el manejo de una crisis

Según el académico argentino Luciano Elizalde, las crisis son situaciones en las que alguien puede cambiar su posición relativa de poder. Las mismas presentan en todos los casos un factor común: lo que hay en juego. El período crítico abre la posibilidad de perder el poder conseguido o las perspectivas planteadas anteriormente como certezas. El rasgo más importante en momentos de crisis es la situación de inseguridad generada por la falta de control.

La inseguridad e inestabilidad produce acciones que podrían profundizar la situación de crisis. Esto, debido a que la sensación de poder perderlo todo genera emociones y pensamientos casi obsesivos sobre las posibles consecuencias de las decisiones a tomar. Perdida la calma, aparece el error y con ello la crisis se agrava. La pérdida de autonomía hace que sea imposible resolver la crisis, dejando condenado a quien la padece a transitarla, por el tiempo que dure, soportando los efectos de esta según la capacidad de maniobra.

Ya instalada la crisis (llevada a estas dimensiones por las reacciones del entorno del ex presidente, que primero desmintió, luego imputó a la oposición o al danilismo), Leonel Fernández necesitó dar una respuesta. El “estoy aquí” de Fernández fue inteligente desde el punto de vista político. Sin embargo, muestra que, además de estar poco coordinado en sus vocerías, el entorno de Leonel carece de la frialdad necesaria para el manejo de una crisis. O bien, ignoran el grado de influencia desestabilizadora de las declaraciones de Quirino. Lo cierto es que Fernández respondió a título personal dándole de lado a las acusaciones y afirmando sentirse orgulloso de ser el centro de una trama del narcotráfico transnacional, como resultado de su buen desempeño enfrentando el crimen organizado. La reacción, a mi entender, debió ser oficial: del partido, del Comité político o de la coordinación de la campaña de Leonel.

Cuando su reputación se encuentra resentida ante el golpe de las declaraciones de un narcotraficante, dar la cara a título personal convierte el issue en una disputa Leonel-Quirino. Dejando a Leonel (acostumbrado a la distancia solemne) de tú a tú con un narco. Cabe señalar como un hecho determinante que Leonel Fernández es un actor con una imagen pública fuerte. Esta reacción dista mucho de la imagen de Margarita Cedeño llorando ante las acusaciones sobre cuentas millonarias en el extranjero. A Leonel le es imposible victimizarse si responde a título personal, porque es y ha sido un hombre con poder y aura de poder.

En otras ocasiones (2012) el ex presidente ha salido en su propia defensa sin poder contener los daños sobre su imagen reputacional. Y es que, si no es para rendir cuentas, el afectado no debe salir a la luz pública. Constituye un gran error salir a defenderse evadiendo cuando la mayoría espera explicaciones. Por esto la respuesta de Leonel no pudo disminuir siquiera la certeza generalizada sobre la veracidad (sean ciertas o no) de las afirmaciones del narco. El tiempo sigue corriendo y en cada oportunidad Quirino agregará un nuevo bloque al muro con el que ha decidido cercar a Fernández.

De todo esto el elemento más importante y de mayor interés, parece ser el modo en que existe, y tiene gran incidencia, una para-política  y una para-media, a través de las redes sociales. El caso demuestra como en República Dominicana las redes sociales tienen poder para vulnerar la reputaciones de organizaciones y personas. También, la posibilidad de alterar la agenda pública, teniendo capacidad de instalar y mantener temas en esta. Aún sin la prensa escrita resaltarlo, el issue tomó dimensiones incontrolables, llegando al punto de producir expectativa en gran parte de la población.