En mi calidad de gestor cultural y social de la Republica Dominicana, pero, con su radio de acción desde mi pueblo de Bonao, he querido variar un poco la línea habitual del abordaje de temas, que por lo general refieren análisis socio-político, que algunas veces asumen el rol de reflexiones sobre comportamientos del ejercicio de ciudadanía.
Y no es que esta línea sea nueva para quien suscribe, de antaño he publicado varias entregas sobre clásicos personajes del sitio.-refiriéndome a Bonao-. En esta ocasión, al rebuscar en el baúl de los recuerdos me he topado con una carpeta de ¨archivo¨ con un contenido rico de informaciones, y en especial, muchos artículos de nuestra autoría de corte costumbristas, y dentro de estos, me encontré con uno en particular, que por sus jocosidades, y por formar parte consustancialmente del folklor de la villa de las hortensias, por allá en los años 60´s, me he permitido hacer un alto en el camino, respecto a la línea de enfoque semanal que por lo general abordo en Acento.
En tal sentido, comparto una recreación de un personaje singular como expresión de los elementos pintorescos de la cultura vernácula de dicho pueblo. A partir del título de esta entrega, a simple vista la impresión de hablaremos de un señor que prefería las féminas de avanzada edad, o como dice el pueblo, que le gustaban las viejas. Pero es todo lo contrario. Se trata de un personaje emblemático que formaba parte de las diversiones de los muchachos de la época, ya que no existían tantas ofertas para entretener los chavales de la época, y por lo tanto, estos personajes constituían los jolgorios por excelencia, y que por lo general se expresaban con una caravana de mozalbetes detrás del personaje, haciéndole bullas y hasta mofándolo.
El nombre de pila de nuestro personaje era Cristino Florentino Peña, alias, Quintino, quien naciera en la sección de Jayaco, precisamente como diría Piero, fue nacido con el siglo, un 3 de julio de 1903. Dentro de los pintorescos de Bonao, este era un personaje, y muy clásico por cierto. Su forma se puede definir como ameno, agradable y llena de imágenes del Bonao del ayer. Su hijo Quico Morales-ya fallecido-, nos compartió que este señor trabajó como estibador de guineos en unos predios que poseía Rómulo Betancourt en la recordada bananera de Manzanillo. A propósito de estas relaciones, cuando su patrón ocupaba la presidencia de Venezuela, Quintino se ufanaba de tener un compadre presidente. Sin embargo, esto solamente lo destacaba cuando ya se había aplomado un par de Cachimbá-como él llamaba a los tragos de aguardientes, y que lo hacía un día si, y los otros también.
Su slogan era que bebía por varias razones. "Cuando estoy feliz, para celebrar, cuando estoy triste para olvidar la pena, y cuando estoy bravo para contentarme. Por eso bebo pa ´acotarme y bebo pa´ levantarme. Como quiera la gente diariamente me da una de estas razones". A este personaje le protegía samaritamente, su hermana Antonina, una señora matrona del sector la Sabana, o de la bifurcación formada por las calles de los sentaos (12 de julio hasta llegar al rio Yuna por el callejón de Narciso Espino, Teo Amelia y el Mocho el del fundo, (Este último arreabas vacas, tocando un fuete o foete, sin tener brazos), así como el Cementerio Municipal de la Padre Billini, la calle Espaillat, por lo del fundo de Manuel Ramírez, el Muñequero (Padre de Elías Ramírez), por igual, la Altagracia, espacio que lo distinguía Agustina, una matriarca de boca de hierro, cuyo oficio era hacer empanadas de Yuca (…)
En fin, aunque nunca a nuestro Quintino por la vieja, se le conoció que vivía junto a su señora esposa, doña Rosa Morales, la madre del Daniel Santos de Bonao, el trovador César Cabeza, y otros hijos de la convivencia marital entre ambos, nuestro personaje en sus éxtasis de borracho, nunca dejaba de mencionar a su doña Rosa. La vida bohemia de Quintino tiene su inicio después de trabajar con Don Amadeo Pellicce Masa, otro personaje de la clase alta de la ciudad, pero sin embargo, básicamente fue cuando el señor Pedrito Betances, otro comerciante del sitio, le regaló una carretilla. En aquel tiempo eso era una máquina para la localidad, dado que eran contados con los dedos de una de las manos los vehículos que existían. Es entonces, cuando Quintino puso un punto de acarreo en la calle Duarte, donde estaban apostados; Lolo Cáceres, Chichí Alejo, Andrino Andrickson, Mario Morel, Juancito Martínez, y el conocido y simpático, Vallejo.
El negocio de Quintino marcha viento en popa. Su vida se desenvolvía entre viajes y viajes de acarreos de las mercancías de los clientes que los comerciantes enviaban a domicilio-hoy eso se llama Delivery-, con nuestro personaje. Con el paso del tiempo, logró un negocio prospero con este servicio, tanto que obtuvo con los comerciantes amigos, coger a crédito algunas Cachimbá, para pagarlos con viajes, y decía:
¡Lolo, dame una Cachimbá ¡ ¿Y cuantas van hoy?, preguntaba el comerciante. – Ah caramba, anota ahí, que eso te da suerte-contestaba-