El “Barrilito” como fondo del Congreso dominicano, especialmente del  Senado de la República para la asistencia social a las personas es objeto de maldiciones, imprecaciones y censuras sociales. Pocos políticos y analistas de opinión han dejado de criticarlo y execrarlo como un procedimiento malévolo del histórico clientelismo político local. Es nuestra consideración que el análisis objetivo de esta herramienta debiera ser realizado en cotejo a las limitaciones del Sistema Dominicano de la Seguridad Social (SDSS) actualmente en desarrollo y en el conocido desfase del actual modelo económico nacional para la fomentar la generación de empleos dignos y formales.

En la provincia Santiago, la Oficina Senatorial en su conjunto y su coordinador, el senador Julio Cesar Valentín Jiminián, han efectuado varias innovaciones con la subvención que se recibe del presupuesto público, que son subrayables para su estudio detallado como experiencias replicables en todo el Congreso Nacional. Muchas de ellas son primicias de que “Santiago Puede Más” como reza el lema senatorial, y han sido realizadas en sinergia con el Plan Estratégico 2020.  Por eso, las conocemos directamente y sobre ellas tenemos información primaria, incluso el senador es miembro de la junta de directores del Consejo Estratégico Santiago (CDES).

A nuestro entender es destacable la organización institucional de la unidad de proyectos en la Oficina Senatorial de Santiago, como una estructura de impulso para superar las dádivas, las asistencias y donaciones a clientes políticos. Es un abordaje para formular y organizar la gestión de las iniciativas senatoriales, sobre todo de las labores de representación y asistencia. Al frente de esta unidad se encuentra la ex directora del Plan Estratégico (PES), la arquitecta urbanista, Rosa Arlene María. No he podido conseguir evidencias de que otra oficina senatorial tenga una figura institucional de este carácter. En este orden se destaca que la Oficina Senatorial de Santiago efectúa 4 programas: i) el Festival de Teatro Escolar Provincial; ii) el Conversatorio “Pensar para Proponer”; iii) el Centro de Capacitación Informática; y iv) Santiago Digital.

Según reportes públicos de 2006 al 2010, los 32 senadores de la República manejaron RD$919.6 millones del fondo de asistencia social,  plebemente denominado como “Barrilito”, lo que incluye distribución de asistencia a personas necesitadas. En el caso de la última auditoría efectuada en el 2012 a la Oficina Senatorial de Santiago, disponible en la dirección electrónica: www.senaduriasantiago.com, el 75% de los fondos han sido utilizados en proyectos concretos de desarrollo humano, y apenas el 25% a las ayudas sociales a las personas. Este indicador es ya un paso significativo de avance.

A manera de ejemplo debe destacarse que desde la formulación del proyecto Festival del Teatro Escolar en el año 2006, se han ejecutado seis (6) festivales, en los que se registran más de 160 instituciones, 183 montajes teatrales, encuentros, conferencias y talleres de entrenamientos especializados sobre artes escénicas, cientos de horas de ensayos y tutorías, con una experiencia educativa para cada uno de los más de 10,000 participantes en temas que elevan los conocimientos, mejoran el deber de ciudadanía y profundizan el compromiso en temas vitales para el desarrollo de la provincia como la protección ambiental, la familia y la sociedad. Estudiantes, padres, maestros y artistas generan con el festival de teatro una dinámica innovadora de nuevas ideas, deberes y prácticas ciudadanas responsables.

En diversos países y ciudades conocidas por nosotros y participantes del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU), las diputaciones y senadurías, son actores claves en proyectos estratégicos de creación de empleos dignos y formales. Conozco directamente la iniciativa de Barcelona @ctiva y la Asociación para el Desarrollo Social (ADESO) de Buenos Aires, como espacios de fomento de la innovación y el empleo, y donde dado la elevada cobertura de la seguridad social en esas dos ciudades, los electores no esperan, ni demandan ayudas sociales a sus legisladores, como sucede en la República Dominicana y otras naciones. Ni Barcelona, ni Buenos Aires son nuestro caso, pero para llegar ahí debe planificarse una inteligente reforma institucional de las oficinas senatoriales.

Ese es desafío del Congreso y de las 32 Oficinas Senatoriales: desarrollar proyectos locales con los fondos de asistencia social. Es pertinente que el Senado de la República especialice o modifique la Ley 46-97, o mejor aún que haga aprobar un Reglamento Interno de cumplimiento obligatorio para que la autonomía presupuestaria y administrativa  del Congreso, oriente el gasto social hacia proyectos de desarrollo. Que se transite de la “asistencia social a la gestión social” y al fomento de la creación de empleos. Que asegure en coherencia con la ampliación del sistema de seguridad social, seguros de salud, de accidentes, de muertes y enfermedades laborales y catastróficas, y se reoriente la inversión de las oficinas senatoriales hacia proyectos. Eso es lo que esperamos para que los reincidentes y quiméricos anatemas sobre el "Barrilito", sean superados con la participación activa de todas y todos.