“Ella se cree que está haciendo un video de YouTube”, me comentó una mamá al enviarme un video grabado de su hija de 6 años. Otra mamá me dijo que sus hijas de 5 y 4 años quieren tener su propio canal de YouTube pues están fascinadas con un programa y lo imitan todo el tiempo. Es cada vez más común que los niños jueguen a ser youtubers y que reproduzcan en sus juegos lo que ven en los videos. Son influenciados a través de estos a actuar y a desear lo que les presentan, sin la madurez o la capacidad de discernir ni de evaluar lo que observan. Generalmente estos videos están diseñados para mantenerlos entretenidos por largo tiempo, convirtiéndose en un recurso que muchos padres utilizan sin medir sus posibles consecuencias.

Los que tenemos adolescentes sabemos que ellos también son grandes consumidores de esta plataforma tan exitosa y poderosa que los expone a todo tipo de contenido, logrando engancharlos por mucho tiempo. Para ellos es mucho más atractivo, rápido y fácil tener la información, aprender o divertirse con YouTube que con un buen libro o una clase. Si se sabe utilizar, puede incluso ser un gran aliado de padres y educadores. El problema está cuando no se usa de forma adecuada, cuando interfiere con las actividades y el desempeño de nuestros niños y jóvenes o cuando entran en contacto con contenido no apropiado.

Muchos no solo son consumidores de YouTube, sino que también quieren ser creadores y gestores de contenido audiovisual para compartir a través de sus canales. Ser youtuber es la aspiración de un gran número de niños y jóvenes. Es común escucharlos hablar del dinero que producen los famosos que han logrado alcanzar una gran cantidad de vistas y de suscriptores. Estos ejemplos pueden llevarlos a grabarse y compartir sus videos, corriendo el riesgo de sobreexponerse y de enfrentar situaciones o comentarios dañinos que no pueden manejar.

Lo que nuestros hijos y estudiantes no saben es que muy pocos son los que logran ganar suficiente dinero con sus canales y que en muchos casos comienzan por pura diversión, tienen suerte y se pegan. Lograrlo es difícil y mantenerse es aún más complicado. Requiere de un gran esfuerzo, dedicación y perseverancia. Recordemos que “no todo lo que brilla es oro” y que lo que presentan los youtubers no necesariamente es la realidad y que hay mucho sacrificio detrás de la cámara. Muchos de estos videos también tienen el fin de vender productos o de manipular a su audiencia. Es por esto que es recomendable interesarnos por lo que ven y conversar sobre estos temas.

Este fenómeno me ha motivado a escribir este artículo. Es una realidad que la televisión ha pasado a un segundo plano pues nuestros niños y jóvenes tienen acceso a diversidad de dispositivos con acceso a YouTube. Aunque los más pequeños pueden usar “Youtbe Kids” para ver programas apropiados a sus edades en un ambiente seguro, no deja de preocupar el peligro de que se filtren contenidos nocivos, incluyendo violencia y sexo o aquellos que influyen de manera negativa en sus hábitos o que promueven el consumismo. Muchos canales dirigidos a niños están disponibles en YouTube y no en YouTube Kids por lo que están aun más expuestos.

En YouTube hay niños pequeños que se han posicionado como influencers usando el “unboxing”, sacando juguetes de sus cajas. Es increíble la cantidad de visitas que algunas de estas estrellas tienen en sus videos presentando juguetes dirigidos a niños. De acuerdo a los términos del servicio de YouTube, la edad mínima permitida para su uso es de 13 años. Sabemos que antes de los dos años ya muchos niños pasan tiempo frente a las pantallas viendo videos. Esto es muy difícil de controlar, sobre todo con la cantidad de opciones disponibles para estas edades. Es rol de los adultos manejar esto a favor de su sano desarrollo, bienestar y aprendizaje.

En un artículo llamado raised by youtube (criado por Youtube), el autor se pregunta cuál es el mensaje que están recibiendo los niños de los programas populares de Yotube y cómo los mismos influyen en ellos. No debemos dejarnos impresionar por las luces, los colores, sonidos y la rapidez de estos videos ni pensar que nuestros niños necesariamente están aprendiendo por su interés y el tiempo que permanecen viéndolos. En los primeros años de vida estos videos no deben sustituir experiencias reales, directas, de interacción con su medio y con las demás personas. No deben sustituir momentos de lectura de cuentos o de juego con recursos concretos.

Lamentablemente los videos con mayor cantidad de vistas no son aquellos con valor educativo a pesar de que grandes compañías han hecho un esfuerzo por ofrecer contenido y experiencias de aprendizaje a través de los mismos. A los adultos nos corresponde estar alerta y acompañar a nuestros niños y jóvenes, velando por un manejo correcto de las plataformas y aplicaciones que usan, pero sobre todo asegurando que el contenido sea apropiado. Explicar las implicaciones que tiene el compartir y publicar información personal y orientarlos para sacarle el mejor provecho con equilibrio será de gran beneficio para todos.