Cada año en el país se realiza un evento artístico-deportivo denominado quiéreme como soy. No conozco personalmente los autores intelectuales y promotores de tan grato evento que aglutina en un mismo escenario a la clase artística y deportiva de este país ofreciendo un espectáculo de excelente calidad. Pero más que referirme a la iniciativa como tal quiero tomar prestado sus dos principales slogans para realizar la siguiente reflexión y de paso hablar de lo que no se ve de este hermoso evento.

Quiéreme como soy es un desafío en sí mismo. Pero el desafío no radica en cuántas estrellas del espectáculo o del deporte pueda aglutinar, o en la cantidad de personas que asistan al evento o en la suma de dinero que se pueda reunir para una causa tan noble.

El desafío de Quiéreme como soy reside en el mismo nombre del evento pues, querer a los demás como son no siempre resulta tan fácil. Si decidiera quererte como eres aceptaría que eres ser humano, con debilidades, que cometes errores como las demás personas.

Quererte como eres es no imponer mi criterio cuando la sin razón nos ciega, quererte como eres es amar tu sensibilidad y tu fortaleza, tus lágrimas y tu carácter, no te quiero porque te acepto, te acepto porque te quiero.

El segundo slogan es más desafiante todavía, pero igualmente hermoso. Y es la voz de un niño con síndrome de down que culmina diciendo "Quiéreme como yo te quiero a ti".

Si una cualidad caracteriza a los niños y niñas con Síndrome de down es su capacidad para amar. Quiéreme como te quiero a ti, partiendo del modelo de amor que representan, sería genial porque implica querer o amar sin envidia, sin juzgar, sin discriminación, sin posesión del otro o la otra, sin poses ni palabras rebuscadas.

Quiéreme como te quiero a ti es una exigencia hermosa, pero desafiante. Es atar el corazón a los remos de la igualdad, poner alas a los sentimientos más nobles del ser humano y permitirle volar por los vientos mientras esparce destellos de sonrisa y ternura.

Quiéreme como yo te quiero a ti no es una súplica, es un deseo bien intencionado porque si quisiéramos como ellos y ellas nos quieren nuestra sociedad sería diferente. Para esta sociedad del sin sentido querer como quiere un niño o niña con esta condición especial es el desafío más hermoso, pero quizás el menos  recurrido.

Querer como ellos y ellas nos quieren es aprender de la ingenuidad, de la ternura, de ese abrazar constante sin  diferencia, sin discriminar por color de piel, sexo o religión. Querer como ellos nos quieren es respetar a la otra persona en su integridad, sentir que no son nuestra posesión, es brindar una sonrisa aunque no tengamos motivos.

A estos niñas y niños de condición especial el rechazo les afecta y entiendo que esto les sucede pues debe ser imposible creer que le ofrezcas a un ser humano lo mejor que tienes con sinceridad y transparencia y no atienda a ese gesto.

En fin, quiéreme como soy es un canto a la vida, un abrir las puertas a la esperanza dibujada en la sonrisa de un niño o una niña especial que con sus brazos abiertos nos pide lo mejor que puede dar: Quiéreme como yo te quiero a ti.