El rosario de muertes de mujeres, jóvenes y niñas a manos de hombres agresores, producto del machismo acendrado en la cultura dominicana, merece mayor la atención de la sociedad dominicana, para disminuirlas.
Aun cuando la Constitución de la República proclama la igualdad entre la mujer y el hombre como valor superior, derecho fundamental y principio general, consagra el derecho a la no discriminación por razón de género y manda a los poderes públicos a promover las medidas necesarias para garantizar la erradicación de las desigualdades y la discriminación de género, la realidad social es que las mujeres deben recorrer un largo camino para estar en posición de igualdad con los hombres para el disfrute de sus derechos como ciudadanas.
Son muchos los anuncios oficiales sobre políticas públicas de prevención y disminución de estos hechos, que tanto dolor y orfandad han dejando a los hogares dominicanos y lo innegable es que las cifras de víctimas son alarmantes.
Una de dos: o las acciones del gobierno son insuficientes para controlar o disminuir las muertes ocurridas por dicha cultura machista, o hacen falta el conocimiento y conciencia ciudadanas sobre el papel de todos para evitarlas. Sin dudas que es necesaria una mayor colaboración ciudadana con las autoridades policiales y del Ministerio Público para que puedan actuar en favor de las víctimas. Pero, ¿De qué manera?
Según el artículo 262 del Código Procesal Penal cualquier persona -padres, hijos, vecinos y menores, etc.- puede denunciar estos hechos inmediatamente tenga conocimiento ante la policía y el Ministerio Público, ante las Unidades Integrales de Atención a la Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales y a través de la línea telefónica Vida (809-200-1202), entre otros medios.
Obviamente, el conjunto de los poderes está obligado a garantizar el disfrute de los derechos fundamentales de las mujeres para superar esta violencia cultural, pero el problema es de todos, debiendo participar activamente la ciudadanía.
Una meta para el 2020 debe ser la reducción de la violencia de género, intrafamiliar y sexual, lo que se puede lograr, entre otras acciones, con la denuncia oportuna para erradicar progresivamente esta plaga que es una manifestación salvaje de la desigualdad en nuestra sociedad.