Abril, mes glorioso, rebelde y justiciero. Abril popular, con olor y sabor a pueblo. Abril esperanzador. Dolorosamente, Abril de antaño.
Hoy, el calendario vuelve a marcar su paso pero es como si Abril ya no existiese, como si esos días no tuviesen sentido, como si sus voces se hubieran callado, como si los sueños se hubiesen esfumado, como si fuera en vano tanta sangre derramada.
La media isla se hunde entre corrupciones, inseguridad ciudadana, injusticias, desesperanza y tanto de este como de "aquel lado del charco" se oyen voces: ¿Será que Abril ya no existe? ¿Será que está lejos ya? ¿Se salieron finalmente con las suyas y nos lo robaron?
Y desde la misma tierra encarna una voz potente: Después de todo, ¿Qué importa que se roben a Abril? Abril es más que una fecha, es más que limitados días del calendario. Su esperanza, la rebeldía, la popularidad y la sed de justicia que emana tienen cabida en cualquier otro mes, en cualquier otro tiempo, y más si son éstos en los que tan ávido de justicia y esperanza está nuestro país.
Superemos y trascendamos a Abril. ¡Basta ya de melancolías trasnochadas!, golpes en el pecho y conjugaciones en tiempo pasado del verbo haber. Usemos mejor esa fuerza para organizarnos como pueblo, para sabernos y sentirnos fuertes, y dignos, dispuestos a hacer valer y defender cada uno de nuestros derechos.
Si tenemos esto claro, entonces Abril cobrará un sentido perenne, y será tan fuerte, real y actual que ya nadie podrá robarnos a Abril y todo lo que realmente significa, porque se robarán un mes, y para luchar nos quedarán otros once.