Las autoridades nacionales cometieron el grave error de iniciar, de manera simultánea, la reconstrucción y el reequipamiento de 57 hospitales públicos a nivel nacional, sin medir los daños a la población que acude regularmente a estos centros de salud, y que carece de recursos para pagar una clínica privada.

Dada la magnitud de esas remodelaciones, una buena parte de los servicios y de la atención médica se redujo al mínimo, en cantidad y calidad. Con el agravante de que, por razones aun no aclaradas, se ha registrado un considerable retraso en los trabajos, en casi todos esos centros de salud.

Incluso trascendió a la opinión pública que varios de los hospitales, cuya entrega fue anunciada por el Presidente Medina el 27 de Febrero, todavía no han entrado en operación, con frustracciones y trastornos para los pacientes y el personal de salud.

Esta situación calamitosa ha generado todo tipo de protestas y demandas, debido a una notable reducción,  que se prolonga por años, de un servicio de primerisima necesidad y sin noticias, ni garantías, de una solución pronta y efectiva.

En varias oportunidades el combativo Colegio Médico Dominicano (CMD) ha criticado las deplorables condiciones en que trabajan los médicos y el personal de salud, señalando los problemas que afectan a la población más pobre y vulnerable.

Esta semana el senador José Ignacio Paliza, denunció que el hospital Ricardo Limardo de Puerto Plata, lleva “entre cuatro y cinco años en remodelación y todavía no cuenta con una unidad de cuidados intensivos, ni con un quirófano.

Además, se quejó de que el hospital tiene una unidad de hemodiálisis que se inunda con los frecuentes aguaceros. Y que en Sosúa no existe un hospital público, a pesar de tener 60 mil habitantes, donde residen miles de extranjeros y la visitan miles de turistas.

Da vergüenza que una ciudad turística y laboriosa esté pasando por una situación tan riesgosa para la integridad, tranquilidad y seguridad de las familias y de visitantes de escasos recursos. Una situación parecida ocurre en el otro gran polo turístico del país.

117 millones de dólares gastados para nada

Todo luce indicar que esta política se reduce a “hacer más de lo mismo, repitiendo los mismos errores del pasado”: invertir sumas millonarias en rehabilitar la planta física y el equipamiento, sin enfrentar, ni solucionar, los verdaderos problemas del sector.

Esa ha sido la lamentable historia del país, la cual se repite y se repite, a pesar de que los gobiernos de Balaguer demostraron lo ineficiente y superficial de la política de “varilla y cemento”, que convierte a los centros de salud en sepulcros blanqueados.

Para nada, o muy poco, sirvieron 117 millones de dólares prestados por el BID y el Banco Mundial para “la reforma y modernización del sector salud”, con propuestas  específicas para reformar el modelo de atención, la forma de contratación y el estilo de gestión.

Las denuncias públicas de que fondos presupuestarios especializados para los hospitales han sido utilizados para otras actividades, no deben caer en el vacío y ser investigadas y aclaradas por las autoridades y los órganos de fiscalización.

El silencio de las autoridades, o las declaraciones vagas y ambiguas, en nada ayudan a resolver el problema, ni a generar tranquilidad en la población. Es necesario que el gobierno le asigne mayor prioridad a la terminación y entrega adecuada de los principales hospitales del país.