En su libro "Mein Kampf" ("Mi Lucha"), Adolfo Hitler dice que "La historia la escriben los vencedores". Particularmente debo admitir como punto de entrada que no estoy de acuerdo con esta expresión por las razones que consideraré a continuación. Pero antes de entrar en materia debo aclarar que este artículo no es un análisis del libro de Hitler, sino del manejo que se ha dado a la expresión.

Afirmar que la historia la escriben los vencedores es ponerse del lado de una cara de la moneda pues se ignora a los vencidos.

Escribir la historia debería ser una mirada hacia todo el pasado y no solo hacia los que han “triunfado”. El vencedor, evidentemente, se ocupará de contar su hazaña agregando a la misma hipérbole y adornos que envuelven al lector en un aura de triunfalismo y admiración hacia el vencedor y de desprecio hacia el vencido.

Las palabras del fracaso, del vencido, casi nadie la quiere escuchar sobretodo porque, según los manuales de autoayuda, el vencido, el derrotado, nadie quiere imitarlo, no tienen nada que aportar y mucho menos pueden ser seguidos, de ahí que se siga el ejemplo de los que han vencido, no de quienes han sido vencidos.

En base a esta tergiversación de la realidad histórica se han construido miles de mitos diseñados para exaltar al vencedor, para expresar sus hazañas como el paradigma que debe convertirse en el norte o brújula que guie los pasos y el horizonte utópico de cualquier individuo porque “de los vencidos” nadie a escrito.

De ahí que, entiendo yo, debería abrirse la posibilidad de escuchar la historia de los vencidos. Se conoce cómo ganó el vencedor, sus estrategias, pero no sus trampas y artimañas. Pocas veces el vencido tiene la oportunidad de contar la versión de su derrota, o por lo menos su versión jamás será recomendada pues, los vencedores se encargarán de que así sea.

Es bueno señalar que muchos de los historiadores caribeños hacían historia para promover agendas políticas o moralizadoras. Para obtener o detener reformas, para acendrar el sentido de la identidad común, y en cada caso, sin entrar en consideraciones sobre el mérito literario y las cualidades morales de los escritores, las costuras y remiendos de esas historias de ocasión han reventado.

Cada período histórico con líder incluido, ha tenido intelectuales que le han servido de manera fiel desde su pluma y escritorio; por tal motivo al leer, no solo la historia, sino cualquier documento que se haya contado de diversas maneras es importante hacer el ejercicio de posicionarse desde lo que han escrito otros para ver el nivel de objetividad o a los intereses que ha respondido.

Un ejercicio sencillo puede ilustrar mejor lo que he querido expresar: Le invito a que, cada mañana, realice un recorrido por los diferentes periódicos tanto impresos como digitales y observará que las noticias se abordan de manera diferente iniciando por los titulares. ¿Por qué no hacer lo mismo con la historia?

Me parece que la ventaja de escudriñar las diferentes visiones de la historia explorando las dos visiones, no solamente permitirá una mirada más objetiva, sino identificar a quienes han servido ciertos pseudos patriotas y nacionalistas que hasta se han abrogado el derecho a definir quienes son traidores a la patria y quiénes no.