Lo importante en el fraude del 16 de febrero no son los presuntos ejecutores materiales del mismo (técnicos informáticos, jueces  y empleados de la JCE, políticos ejecutores de órdenes superiores, espías, etc.), lo realmente importante es quién o quienes han sido las mentes que han ideado el plan criminal contra la “democracia representativa” formal de la RD.

Hay un principio elemental de la investigación criminal, que se encuentra en cualquier manual del género, que señala que el principal sospechoso de un acto criminal es, en principio, el que más puede beneficiarse del mismo. Este principio permite a los investigadores llegar a los autores no sólo materiales sino intelectuales de los crímenes.

El acto del 16 de febrero se puede calificar de “terrorismo político” contra todos los ciudadanos dominicanos en edad de votar y sus consecuencias -para la credibilidad de la ya muy enclenque institucionalidad dominicana-, resulta peor que el uso de la dinamita o de la Goma 2 en actos terroristas violentos.

El PLD en el gobierno se ha caracterizado por una indudable eficacia en el uso y abuso de todos los mecanismos que otorga el poder del Estado (aparatos político-administrativo, represivos, financieros, de manipulación a través de los medios de comunicación y de casi todo el catálogo usual que ha estudiado la ciencia política para las triquiñuelas y fraudes electorales), para mantenerse en el poder.

No me estoy refiriendo a la etapa de Danilo Medina. Me refiero también a la del liderazgo de Leonel Fernández en el PLD. Liderazgo que fue menguando por la acumulación de saberes y experiencias de uno de los autores del modo de operar arquetípico del PLD, hacia dentro del partido y hacia afuera, hacia la sociedad civil. Es decir, de la ascensión del presidente Danilo Medina.

Leonel Fernández y Danilo Medina fueron las mentes políticas (ambos con equipos financieros y políticos asesorándoles y dándoles ideas y contactos, ¡nadie es tan listo y sabio!, como pretenden los aduladores), que forjaron ese PLD, cuyo ideal de mantenerse en el poder se proyectó en un modelo, el PRI mexicano, con décadas de monopolio del poder.

Ambos han sido los escultores de ese PLD pragmático, hiper oportunista, inescrupuloso hasta límites que llegan a la nausea, creadores de una potente burguesía de Estado que ha saqueado las arcas públicas y endeudado el Estado Dominicano hasta límites desconocidos. Junto a ello y bajo la consigna de que para gobernar hay que enriquecerse al máximo, junto y no contra la “clase capitalista no estatal”.

Con el fin de mantener a esa clase capitalista contenta, han hecho todo lo que a ella le beneficie, subordinando los legítimos intereses nacionales del pueblo dominicano y propiciando una masiva ola migratoria irregular haitiana (para su sobre explotación) que será una de las grandes rémoras del proceso de desarrollo integral y civilizatorio, al que tenemos vocación los dominicanos.

Danilo y Leonel son las dos caras de una misma moneda. No son dos proyectos de país, de partido (PLD), de manera de gobernar, sino una unidad de acero, con un mismo fin: perpetuarse en el poder junto a la camarilla gobernante, teniendo como jefes políticos a ambos, uno haciendo el papel de oposición y el otro desde el Palacio Nacional. 

Si hay choque político entre Danilo y Leonel, es algo personalista o cesarista, ver quien está en el Palacio, no por cuestiones importantes para el destino dominicano y para ellos banales: cómo qué tipo de democracia construimos, cómo disminuir la desigualdad social, como tratar de evitar la inmigración masiva desnacionalizadora, cómo preparar a la RD para que se sitúe  y permanezca como país  importante en el contexto del Caribe e incluso de Centro América y etc.

El atentado de terrorismo político del 16 de febrero tendrá muchos autores secundarios pero la autoría intelectual se reduce –en materia de quién decide qué, cuándo y cómo-, a dos sospechosos principales.  Se trata ahora de que el análisis conduzca a quién es el más perjudicado por la comisión de un acto tan chapucero, que desacredita de manera absoluta a quien se ve de inmediato como el propiciador y que en realidad puede ser una víctima…o no.

El análisis no debe quedarse en la relación externa causal, sino ir a la relación interna dialécticamente relacionada  entre los principales contendientes, sus contradicciones y el movimiento y fluir de sus fuerzas. En ese proceso antagónico por el poder del Estado, si uno de los contendientes queda en ridículo, el otro se ve beneficiado. Salvo que sea una maniobra de una mente que por pasarse de “brillante” haya caído en lo pueril.

Si se sigue esa pista puede conducir al “diabolus et machina” que ha propiciado ese acto de lesa democracia electoral en Quisqueya, el fatídico 16 de febrero de este año.

Torrelodones, 24 de febrero de 2020

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