Quiero iniciar señalando una costumbre que, aunque parece chistosa, no es ingénua. Normalmente, si un niño o niña comete algún hecho que se entienda reprochable en su casa sus padres preguntarán ¿Eso es lo que te enseñan en la escuela? Pero si sucede lo mismo en la escuela algún maestro podrá formular la pregunta de manera inversa ¿Eso es lo que te enseñan en tu casa? Al final nos conformamos con poner la bola en la cancha del otro sin asumir nuestra cuota de responsabilidad.
El trajín de la vida nos ahoga en la cotidianidad del trabajo al que hemos decidido dedicar más tiempo con la excusa de que “quiero darle a mi hijo lo que yo no tuve”. Esto no está mal, de hecho es una intención noble querer que nuestros hijos tengan comodidades que posiblemente no tuvimos. El gran problema con esto es que, buscando darles lo que no tuvimos les vamos privando de darles lo que sí tuvimos.
Lo que no tuvimos fueron cosas materiales, pero lo que sí tuvimos fueron valores importantes que nos dejaron nuestros padres quienes siempre nos hicieron hincapié en el valor de la honestidad, de la honradez, del esfuerzo para obtener lo que se quiere en la vida cuidando hacerlo siempre de la manera correcta.
Querer darles a nuestros hijos lo que no tuvimos nos obliga a esforzarnos más, a trabajar más, pero a descansar menos y así, prácticamente, quien educa a nuestros hijos es la televisión.
Debido al cansancio o a la razón que sea hemos visto como alternativa que nuestros hijos e hijas se entretengan mirando dibujos animados en un televisor mientras nosotros, desde nuestras habitaciones, estamos tranquilos por saber que ese niño hiperactivo que tanto corretea por la casa está tranquilo frente a la única que es capaz de hacerlo: la televisión.
Pero esto es así con los que son niños menores de diez años, pues quienes pasan de esta edad ya disfrutan de otras mieles como los teléfonos móviles, tener acceso a las redes sociales como Facebook, whatsapp, entre otras.
¿Sabe usted en qué consiste el juego de Charly? ¿Sabe usted que en Facebook existen páginas destinadas a mostrarle a un adolescente cómo suicidarse? Pues si no lo sabía desde ahora preste más atención a lo que hacen sus hijos e hijos pues no solo se trata de protegerles del bulling, sino de los contenidos a los que pueda accesar sin que usted tenga conocimiento.
A sus hijos debe educarlos usted. La escuela tiene una cuota de responsabilidad, pero en resumidas cuentas su hijo es suyo.
Busque darles lo que no tuvo, pero preservando mostrarle lo que sí tuvo pues otras de las cosas que sí tuvimos fueron padres y madres que “perdían” largas horas haciéndonos los mismos cuentos al lado de un fogón. Esa era su manera de monitorearnos, de cuidar que estuviéramos en la casa a la hora adecuada, pero con ellos, no con un aparato electrónico.
¿Sabe usted lo doloroso de todo esto? Que al final de nuestros días los hijos nos van a juzgar no por lo que le dimos que no tuvimos, sino por lo que sí tuvimos que le negamos. Piénselo y desde hoy comience usted también a preguntarse ¿quién está educando a mi hijo?