El presidente Abinader se ha comprometido con garantizar la estabilidad macroeconómica la cual es ahora punta de lanza de su Gobierno. Sin dudas, hay cambios importantes tanto de forma como de fondo en la manera de gobernar. Después de todo, es otro partido en el poder y haber vendido la idea del cambio ayudó al PRM a instalarse en el Palacio.
Esto demuestra que el presidente sabe que hay cosas con las que no se puede jugar. Aún en contra de una gran parte de su partido, ratificó a las autoridades del Banco Central. Muchos hubiesen querido tierra arrasada en la institución monetaria, que paga buenos salarios y tiene posiciones que bien pueden ser ocupadas por quienes llevaban años trabajando para el retorno.
Pero se hizo lo sensato en medio de esta coyuntura. En los países desarrollados esto es algo común. En medios de grandes crisis y aún ante cambios de gobiernos, las autoridades de los Bancos Centrales son ratificadas. Y hay muchos ejemplos recientes: Alan Greenspan y Ben Bernanke en Estados Unidos, Mervyn King en Inglaterra.
Estamos claros que en la política monetaria se ha mantenido el mismo librito, cuya aplicación ha sido exitosa dentro de sus objetivos. ¿Y en el área fiscal hemos tenido cambios de fondo? Leamos este mensaje enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo para someter a finales de 2019 (PLD) el Presupuesto de 2020:
“En cuando al resultado primario, para el año 2020 el Gobierno Central (ingresos menos gastos, excluyendo intereses) reflejará un superávit…equivalente a 0.8% del PIB, fortaleciendo así la sostenibilidad de la deuda pública.”
Ahora vamos a ver en paralelo este otro mensaje que, desde el Palacio Nacional, ocupado por el PRM, se envió a las Cámaras Legislativas para acompañar el sometimiento del Presupuesto de 2021: “En cuanto al resultado primario, para el año 2021 el Gobierno Central (ingresos menos gastos, excluyendo intereses) reflejará un superávit…equivalente a 0.8% del PIB, fortaleciendo así la sostenibilidad de la deuda pública.”
Exactamente el mismo contenido, copiado y pegado. Si bien pueden haber cambios en las prioridades de gasto, la realidad es que la política macro-fiscal de este Gobierno sigue los mismos lineamientos de las pasadas gestiones: manejo profesional de la deuda, prudencia para asegurar la sostenibilidad de la deuda pública y política amigable hacia los tenedores de bonos, los cuales ya representan un 80% de la deuda pública.
En materia de recaudación de impuestos internos y de aduanas se han seguido los mismos programas ya establecidos desde las gestiones anteriores. En otras palabras, los cambios en la política fiscal y tributaria son más de forma. Y esto no es malo. Equipos nuevos pueden tener visiones más frescas para afrontar los problemas y los retos.
El mensaje es claro: el crecimiento económico, la baja inflación, la estabilidad relativa del tipo de cambio, el manejo profesional de las administraciones tributarias y aduaneras, así como de la deuda pública, son de los legados principales del PLD que inteligentemente se están siguiendo al pie de la letra. Cualquier desvío puede salir muy caro. Por eso los cambios serán solo de forma, y no de fondo.
La razón es sencilla. Las crisis económicas son traumáticas y dejan secuelas terribles de largo plazo. Esto hace que en el país se valore la estabilidad a casi cualquier costo. Porque estemos claros: no es gratis tener un tipo de cambio relativamente estable y mantener reservas internacionales altas, sobre todo cuando el Banco Central tiene que operar en un entorno constante de déficits estructurales del Gobierno.
Referirse en un discurso a la estabilidad macroeconómica, el tipo de cambio estable, a las calificadoras de riesgo, al aumento de las reservas internacionales y al esfuerzo que hace el Gobierno para que los precios no aumenten desproporcionadamente, es algo que se puede encontrar en los discursos de los últimos Presidentes que ahora representan tres partidos diferentes.
Y esto es buena noticia para los dominicanos, pues en materia de manejo macroeconómico, la estabilidad se ha puesto como un objetivo primordial de todos los Gobiernos y por muchas razones, entre ellas dar confianza a los que compran nuestra deuda y permiten por tanto financiar al Gobierno. También a los inversionistas de largo plazo en nuestra economía que valoran la estabilidad como pilar fundamental de sus inversiones, pero sobre todo porque una crisis macroeconómica es devastadora para los más pobres. Con la macroeconomía sí se come, aunque muchos no lo entiendan.