Es una cuestión mayor determinar si está bien o no leer autores clásicos a partir de nuestra conciencia del presente. No es lo mismo el anacronismo que el análisis de una obra literaria, a partir del texto mismo y lo que construye como elección consciente del autor, usando nuevos métodos y/o enfoques.

Una obra de arte, por muy vaga que sea, es un acto intencional de sentido de quien la escribe, por lo que constituye un discurso plausible de análisis y de atribuírselo, al menos en su autoría formal, a quien lo firma. En este sentido, el tipo de análisis que se dirige al texto, independiente a si toma o no el contexto como factor determinante de la obra, puede estar enfocado en destacar lo que el texto quiere que leamos en él y que se muestra al lector en la configuración discursiva y formal de su entramado lingüístico.

Por ejemplo, analizando poemas del Siglo de Oro Español me encontré nuevamente con un poema de Francisco de Quevedo (1580-1645) que puede ser leído desde la temática de la blanquitud y la diferenciación racial del otro. Se trata del poema Boda de Negros. La primera vez que lo leí, no tenía en mi cabeza conceptos relativos a un análisis racial, sino que lo relacioné con un popular merengue de los ochenta interpretado por Los Inolvidables intitulado “La boda negra”. En aquella época, a pesar de ver la relación entre uno y otro texto, no tenía en mi haber conceptos como intertextualidad, por ejemplo; sino que apenas podía relacionar el motivo de las obras y la forma jocosa con la que jugaban con el vocablo y el tema “negro”. Lo mismo puedo decir si uso un concepto tan importante hoy como es aporofobia o aversión a los pobres.

La lectura que surja a partir de cualquier poema es una interpretación posible si no violenta lo dicho en él y los conceptos que utilice en los nuevos acercamientos explorarán, con nuevas luces, lo que antaño no fui capaz de descubrir como trasfondo a la arquitectura ideológica del poema. Las lecturas interpretativas que derivan de un análisis formal y de sentido de la obra literaria están ajustadas al marco teórico que se usa para ello.

Hoy, con la consciencia en torno a la diferenciación racial del otro realizada por el blanco frente al otro distinto, el negro, la lectura del poema será distinta. Esto muestra cómo los conceptos que tenga el analista de la obra determinarán, en muchos sentidos, los nuevos sentidos dados a la obra de arte. Hagamos este ejercicio conceptual con las primeras estrofas del poema:

Vi, debe haber tres días,

En las gradas de San Pedro,

Una tenebrosa boda,

Porque era toda de Negros.

Parecía Matrimonio

Concertado en el infierno:

Negro esposo y negra esposa

Y negro acompañamiento.

Sospecho yo que acostados

Parecerán sus dos cuerpos,

Junto el uno con el otro,

Algodones y tintero.

Hundíase de estornudos

La calle por do volvieron:

Que una boda semejante

Hace dar más que un pimiento.

Iban los dos de las manos

Como pudieran dos cuervos,

Otros dicen como grajos,

Porque a grajos van oliendo.

Como notará el lector, hay esfuerzo del autor por la ambientación de la escena del hecho que describe como “tenebrosa” por un motivo racial: “es de negros”. La caracterización posterior refiere a la condición de negros como la condición infernal que hay que rechazar, dada su bajeza y su puerilidad. El motivo de burla no es solo el color de piel y la condición social de “estas gentes”; se añade también la condición moral:

Tan pobres son que una blanca

No se halla entre todos ellos,

Y por tener un cornado

Casaron a este moreno.

Él se llamaba Tomé,

Y ella, Francisca del Puerto,

Ella esclava, y él es clavo

Que quiere hincársele en medio.

Vemos como en la obra la mujer es víctima doble para la sorna, su condición de esclava y negra la hace moralmente libidinosa, el mito de la ligereza sexual de la mujer esclava y negra se da como un hecho que afecta también al nuevo marido, cornudo. La aporofobia y la discriminación racial tienen sus raíces y su abolengo.