El caso del buzo que encontró 1.8 millón (otros dicen que fueron 1.5) de pesos en un vertedero de San Cristóbal ha desnudado una realidad miserable y preocupante.

En primer lugar, en una sociedad hipotéticamente funcional, lo que debió hacer el joven cuando encontrara el dinero era llevarlo a la policía para fines de investigación y en caso de que no apareciera el dueño se debía devolver intacto al joven que se lo encontró, pero repito esto sería lo ideal aunque muy soñador de mi parte porque ni en la utopía de Tomás Moro de seguro ocurriría algo así.

Pero lo que ha sucedido es espantoso. El jovencito de 18 años, huérfano desde niño, para sobrevivir se dedica al difícil trabajo de ser buzo en un vertedero que desde ya es una tragedia pues nadie de seguro quiere dedicarse a un trabajo de esa naturaleza salvo las compañías que obtienen pingües beneficios administrando vertederos.

Ahora bien ¿por qué considero lo sucedido como una tragedia? Resulta que la policía se dio cuenta y le quitaron el dinero dizque con fines de investigación y supuestamente el dinero terminó desapareciendo.

Esto causó indignación en la sociedad y las redes sociales una vez más hicieron su trabajo poniendo en conocimiento de todo el país lo sucedido y exigiendo una amonestación para los policías y además que se devolviera el dinero al jovencito.

La cosa es que también los medios de comunicación se hicieron eco y a la policía, según su vocero, no le quedó otra opción que suspender a los agentes envueltos e inclusive cambiaron la dotación policial completa y fueron puestos a disposición de la justicia.

Pero ahora la cosa ha tomado otro giro porque una institución bancaria ha salido al medio y ha dicho que ese dinero era de ellos y que había desaparecido por “un error humano”. Dice el refrán que el diablo es sucio y no se baña pues, de haber permanecido el dinero como propiedad del jovencito que se lo encontró posiblemente eso no tendría consecuencias mayores para los policías, pero ahora se trata de un banco comercial lo que significa que pone en duros aprietos a quienes “dieron el tumbe” y no al jovencito.

Por lo que veo el juego pica y se extiende y de comprobarse que la policía tomó parte de ese dinero solo nos restaría cantarles con Mozart la Para “yo quería un sapito, pero me lo cambián por maco”.