Dado que se han venido definiendo poco a poco los candidatos a la presidencia de las elección del 2016, estamos a tiempo de comenzar a exigir lo que desde hace mucho los ciudadanos nos merecemos: un debate presidencial.
La parafernalia de la campaña electoral en nuestro país, con sus corporés, sus picapollos, caravanas arrolladoras, ruidos tóxicos y extrema contaminación visual desvía la atención de lo verdaderamente importante:
¿Cuáles son las propuestas de los candidatos? ¿Cuál es la visión de República Dominicana que tienen? ¿Por cuáles vías podremos alcanzar el desarrollo? ¿Qué significa desarrollo? ¿Cómo van a cumplir sus propuestas? ¿Son realizables sus propuestas? ¿A qué plazo? ¿Serán duraderas? ¿Cómo reaccionarían en una situación de crisis? ¿Qué problemas atenderán con prioridad? ¿Por qué?
Todas esas preguntas tradicionalmente no son respondidas por los candidatos a la presidencia de la República, reduciéndose su campaña a los chismes, a las bailarinas, a un programa de gobierno inocuo poco promocionado. Es duro admitirlo; pero el ciudadano no vota por propuestas. Pero quizás no lo hace porque no las conoce.
Los candidatos suelen decir cuáles son los problemas que aquejan a la nación. Y resulta que ya todos los sabemos pues unos los vivimos más que otros; sin embargo, no hacen énfasis en cómo lo solucionarán. Las campañas electorales, principalmente las presidenciales, se caracterizan por recordar a la ciudadanía sus problemas. No se le brinda solución, o al menos, no se hace tanto énfasis en esto.
La razón de esto quizás sea el hecho de que los candidatos se pasan la campaña entera diciendo que son más serios que sus contrincantes o que tienen cualidades que lo hacen mejor que el otro, es decir, se trata de exhibir caracteres personales y convencer que son más capaces basándose, fundamentalmente, en la seriedad de su pasado, la supuesta humildad y su trayectoria en cargos públicos.
Exijamos un debate presidencial en esta campaña que ya arranca, pues en medio de tanto ruido, tanta agitación de los comicios, por lo menos en una noche, en unas horas, podremos escuchar las propuestas de los candidatos, cómo se manejan en situaciones de presión y cuáles soluciones plantean a momentos hipotéticos de crisis.
Y está muy bien porque todos queremos un candidato serio, capaz de hacer, por lo menos, un gobierno plenamente institucional y honesto. Pero la ciudadanía merece más de los candidatos no es suficiente con las campañas de recordatorios de problemas, de seriedad, de humildad y de trayectoria. Aparte de eso, los ciudadanos lo que queremos es soluciones a esos problemas, queremos que nos digan cómo vamos a salir a delante, cuál es el plan, cómo vamos a afrontar los retos que como sociedad tenemos. Queremos saber cómo los candidatos van abordar esos problemas, desde qué óptica y por qué.
Solo informando a la ciudadanía, ésta puede tomar decisiones más allá de la competencia de seriedad y del clientelismo de los partidos tradicionales y disfrazados de alternativos. Exijamos un debate presidencial en esta campaña que ya arranca, pues en medio de tanto ruido, tanta agitación de los comicios, por lo menos en una noche, en unas horas, podremos escuchar las propuestas de los candidatos, cómo se manejan en situaciones de presión y cuáles soluciones plantean a momentos hipotéticos de crisis.
La ciudadanía quiere que los candidatos le hablen y discutan soluciones entre sí sobre los salarios de hambre que percibe, el deficiente sistema de seguridad social, el estado precario de los hospitales públicos, el estatuto de los médicos del sistema de salud pública, la calidad de la educación pública, los salarios de los maestros y su preparación la reforma universitaria, la transformación de la policía nacional, la inseguridad ciudadana, el transporte público, la corrupción administrativa y privada, el deficiente sistema de justicia, la discriminación y trato violento a grupos vulnerables y minoritarios, el embarazo adolescente, la competitividad del sector privado, los monopolios y oligopolios de algunas organizaciones empresariales, el gran problema eléctrico, la exorbitante deuda externa, la reforma fiscal integral, Loma de Miranda y la explotación minera con cianuro a cielo abierto, los feminicidios, la educación sexual obligatoria, el impulso al sector agropecuario, las políticas de agricultura, fomento y protección de la producción nacional, la estrategia internacional del país y su servicio exterior, entre otros más problemas que tienen que abordar aquellos que pretenden ser presidentes de la República.
Queremos ver a Danilo Medina, Guillermo Moreno, Luis Abinader y a los demás candidatos que vayan sumándose a la campaña, juntos en un canal de televisión nacional debatiendo los temas de interés nacional, indicándole a la ciudadanía cómo harán frente a los problemas nacionales, mostrándole sus capacidades y la seriedad de su plan de gobierno más allá de la autoridad moral que pudieran tener.
¡Exijamos un debate presidencial!