La educación es un factor que pasa por tres componentes importantes: las concepciones, el contexto y la práctica.

Normalmente nos aproximamos a cualquier realidad partiendo de la concepción que tenemos sobre ella. En la mirada conceptual juega un papel fundamental el contexto de manera que podemos manejar las concepciones de acuerdo a dos influencias: las que aprendemos por la experiencia, esta es la del contexto, y la que aprendemos vía el conocimiento, esta es la académica.

Las concepciones y el contexto van a normar mi modo de actuar y de ser en un determinado conglomerado social. De hecho, a veces influye más el contexto en mi modo de actuar y ver la vida, que los conocimientos adquiridos en la escuela o la Universidad porque tienen una carga muy fuerte de influencia cultural.

Las palabras tienen fuerzas y la concepción de las mismas las dará la realidad y la experiencia. Por lo general un concepto primero es vivido y después definido por eso algunos lingüistas afirman que el problema de la humanidad es un problema de lenguaje e invitan a cambiar el lenguaje para mejorar la sociedad.

En miras a la modificación de palabras que puedan generar comportamientos discriminatorios el lenguaje ha sufrido alteraciones importantes. Por ejemplo: las palabras ciego, cojo, manco, etc., se consideran peyorativas y se prefiere hablar de discapacidad para referirse a estos fenómenos. De acuerdo al hecho se adapta el concepto, verbigracia discapacidad auditiva para referirse a quienes llamamos sordos.

Todo este preámbulo viene a colación por dos conceptos que escuché hace algún tiempo en unos jóvenes de un barrio capitalino, pero que posteriormente lo seguí escuchando en otros espacios y son vikingo y sicario. Nunca pensé que también serían modificados por el argot popular.

Quienes conozcan un poco de historia sabrán que vikingos era el principal nombre dado a los pueblos nórdicos originarios de Escandinavia. Si bien su historia tiene cierta relación con saqueos a pueblos y monasterios, me parece que dista de la interpretación atribuida al concepto en la actualidad.

Resulta que en el vocabulario de estos jóvenes Vikingo es una persona irracional, que actúa por instinto, no mide las consecuencias de lo que hace o dice. También se refieren a una persona con dificultades para entender las cosas y que actúa en consecuencia.

En el caso del Sicario textualmente es definido, por el diccionario de la Real Academia de la Lengua como una persona que mata a alguien por encargo de otro, por lo que recibe un pago generalmente económico o en bienes, es un asesino a sueldo.

Pero en relación a este término la situación es peor pues en el lenguaje de estos jóvenes el sicario no es quien suele asesinar personas, sino quien posee habilidades y destrezas destacables. Por ejemplo: si un jugador de béisbol conecta un cuadrangular en un juego decisivo puede escucharse decir “ese tipo es un sicario” como manera de reconocer y alabar su hazaña.

Si bien es cierto que suele utilizarse el concepto de “está matando la liga” para reconocer que el jugador está haciendo un trabajo formidable, llamarle sicario es riesgoso pues estaríamos haciendo normal en el vocabulario de las personas una expresión cuya práctica es deleznable sobretodo en un país donde el sicariato se ha puesto de moda y ha generado tantas muertes injustas.