Ya lo solté amiga, no puedo más –decía la mujer desahogándose- Todo está en manos de Dios ahora. Él sabe que todo lo que yo podía hacer ya lo hice, ya pasé por momentos de pánico, de rabia, de miedo, reclamos y finalmente, rendición. Que sea lo que Dios quiera…
Tres socios, padre e hijos conforman una compañía, cuya empleomanía en su mayoría son obreros. Ponen sobre éstos a un ejecutivo que se asegura de supervisar las operaciones y garantizar productividad. Este sueldo, es el sostén de su familia, en un país al cual migraron con sueños de mayores oportunidades y una vida mejor. Por tanto, la vida de éstos, sus decisiones y lo que pueden hacer está dictado por la seguridad de esta fuente. De ahí que, cuando dos delos socios comienzan a oponerse al criterio del padre, las diferencias terminaron afectando el negocio de tal manera, que se quedaron sin liquidez.
Afectado por la suerte de los empleados y sus familias, el padre pronuncia el pronto cierre de la empresa y hace promesas de liquidación. Mientras, cada quien procura encontrar una nueva “chamba”. Aquel quien fuera el jefe de operaciones, se mantiene en pie a pesar de que no les están cumpliendo con el cien por ciento del sueldo. Se ve entre las diversas aplicaciones que ha enviado a múltiples compañías y sus obligaciones hasta el cierre definitivo. Mientras, su familia está viviendo los efectos, les falta para completar el pago del colegio, la renta, y todo lo sucesivo.
Aplicaciones van, y promesas vienen hasta que llega el punto en que, confrontando a su empleador, le admite que ya no puede esperarle más. “Estoy viviendo el peor momento de mi vida” -confiesa- Entre lo que no me han pagado y lo que me tocaría de liquidación, apenas podría ponerme a flote, y aún no tengo seguridad de otro empleo. La franqueza provocó otra, equitativa más no trajo alivio. “Yo estoy dispuesto a liquidar a todos mis empleados, haciendo uso de mis recursos personales. Pero los otros dos socios no quieren hacerlo. Prefieren declararse en bancarrota.
Imagina eso amiga –decía la mujer explicando lo complicado del caso- o liquidan a mi marido, o dejan sin pago a todos esos infelices obreros. Yo no tengo corazón para hacer eso, así que; estamos viviendo los depósitos, y después de ahí, no sé, no sé…
Tras una oración resaltando las cualidades de Dios: Fiel, Confiable, Proveedor, Todopoderoso; capaz de cambiar toda circunstancia de un día para otro; siendo tarde ya esa noche,una paz las invitó a despedirse hasta el siguiente día.
Por cada línea escrita, el computador emitía el característico sonido anunciando un nuevo mensaje vía chat. Obviamente no se trataba de un simple saludo. Quien fuera tenía tiempo y razones para escribir, porque la alerta sonaba a cada segundo. Finalmente, revisando encuentra un relato que empieza con entusiasmo. Proviniendo de la misma persona que desde hacía tiempo sólo expresaba tristeza y miedo, resultaba impactante el cambio. Las frases seguían entrando engrosando una historia que no había terminado de leer todavía. En esencia, la amiga decía, “lo hizo, Dios lo hizo, cambió nuestro mayor problema de un día para otro”.
El Milagro: Meses atrás una vecina que ya se ha convertido en buena amiga, salió beneficiada en una rifa, donde su cuenta bancaria la seleccionó como ganadora de una casa. Esa familia ya poseía una casa, en la cual viven y prefieren. Entre las condiciones del premio, está el que no pueden rentar la propiedad, sino vivirla. Así que hasta el momento el inmueble permanecía desocupado. Así que esa pareja, acordó hacerles a sus vecinos una proposición. “Cada uno de ellos se sorprendió porque Dios les dio el mismo mensaje, la misma noche. Dicen que sintieron en sus corazones que debían prestarnos la casa. No tendremos que pagar renta por alrededor de 6 meses, lo cual permitirá que en ese tiempo mi marido pueda encontrar nuevo empleo”.
Chat: ¡Gloria a Dios! Tus vecinos son dos ángeles y Jesús un Proveedor Fiel!
2 Reyes 7:1-19Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dice Jehová: Mañana a estas horas valdrá una medida de flor de harina un siclo, y dos medidas de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. Y un príncipe sobre cuya mano el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Mira, si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú loverás con tus ojos, mas no comerás de ello.
Y había cuatro hombres leprosos a la entrada de la puerta, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos? Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos pues ahora, y pasémonos al ejército de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos. Se levantaron, pues, en el principio de la noche, para irse al campamento de los sirios; y al llegar a la entrada del campamento de los sirios, no había allí hombre. Porque el Señor había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos y estrépito de grande ejército; y se dijeron unos a otros: He aquí el rey de Israel ha pagado contra nosotros a los reyes de los heteos, y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros. Y así se levantaron y huyeron al anochecer, dejando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y huyeron para salvar sus vidas. Y cuando los leprosos llegaron a la entrada del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y tomaron de allí plata y oro y vestiduras, y fueron y lo escondieron; y volvieron y entraron en otra tienda, y de allí tambiéntomaron, y fueron y lo escondieron.
Y se dijeron el uno al otro: No hacemos bien; hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta la luz de la mañana, nos alcanzará la maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey. Y vinieron, y dieron voces a los guardas de la puerta de la ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campo de los sirios, y he aquí que no había allí hombre, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos también atados, y el campo como estaba. Y los porteros dieron voces, y lo declararon dentro, en el palacio del rey. Y se levantó el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando salgan de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad.
Entonces respondió uno de sus siervos, y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad, (he aquí, ellos son como toda la multitud de Israel que ha quedado en ella; he aquí, os digo que ellos son como toda la multitud de Israel que ha perecido); enviemos, y veamos qué hay. Tomaron, pues, dos caballos de un carro, y envió el rey al campamento de los sirios, diciendo: Id, y ved. Y ellos fueron, y los siguieron hasta el Jordán; y he aquí, todo el camino estaba lleno de vestiduras y enseres que los sirios habían arrojado con la premura. Y volvieron los mensajeros, y lo hicieron saber al rey. Entonces el pueblo salió, y saquearon el campamento de los sirios. Y fue vendida una medida de flor de harina por un siclo, y dos medidas de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehová.
Y el rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuya mano él se apoyaba: y le atropelló el pueblo a la entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de Dios, lo que habló cuando el rey descendió a él. Aconteció, pues, de la manera que el varón de Dios había hablado al rey, diciendo: Dos medidas de cebada por un siclo, y una medida de flor de harina será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la puerta de Samaria.
Bendiciones!