Leí el artículo reciente de Leonel Fernández, curioso por saber cómo rompería su agazapado silencio y debutaría frente al público. Era tiempo que dijera algo. Si  creyó estar ausente, estuvo engañado, pues es, de mil maneras, protagonista de los últimos escándalos dominicanos de corrupción.     

Hasta que escribió, daba la impresión que el  ex presidente venía observándonos desde el penthouse del “Metrico”, como El Pensador de Rodín: ensimismado y ajeno, elaborando teorías y preparando conferencias para exportación (“luz de la calle, oscuridad de la casa”). Pero cuando las cosas se complican en el Comité Político, aterriza y ejerce la marrullería, de la cual también es faculto, y vuelve y se va, desdoblamiento que tiene asombrada a la gente.

Ahora ofrece a la nación un artículo aleccionando sobre la universalidad de la corrupción y las glorias peledeístas en materia de honestidad administrativa. Es una disquisición retórica abundante en racionalizaciones, poco convincente.  Otro irrespeto a la ciudadanía. Esa “petite” cátedra leonelista ha quedado desmantelada al detalle por Melvin Mañón, Claudia García, y Andrés L. Mateo, entre otros, con argumentos inapelables. 

Es llamativo e inusual el alejamiento de la realidad en que se desempeña el  ex gobernante. Y más extraño creerse, a estas alturas del juego, que posee la credibilidad suficiente para hacernos colar sus  teorías. Misteriosa postura, quizás  impostura, la de este líder que con tanta facilidad se desdobla.

Teniendo como "casi hijo" a Félix Bautista, y como hermano a Diandino Peña, habiéndolos dirigido y autorizado en numerosos contratos, y firmado tantos documentos tortuosos, debería pedir excusas, dar explicaciones. Nada de eso. El asunto parece que no es con él; sólo le interesa pontificar sobre la corrupción y desear, de pasada, que se castigue el robo de Odebrecht. ¡Qué gallo!

Afirma el profesor que ha sido el PLD quien mayor número de instituciones y leyes democráticas ha regalado a este país. No es así: fue Trujillo. El dictador edificó la “Patria Nueva” de abajo hacia arriba y, mientras lo hacía, se la iba  pasando por la entrepierna; igual que lo hacen los gobiernos del PLD. Ambos  denigran  e ignoran  sus creaciones, convirtiéndose  en  Saturnos devoradores de  sus propios hijos. Crean instituciones mamparas para esconder su verdadera naturaleza  gansteril en  busca de poder y dinero.

Ah, y eso de la universalidad de la corrupción es un argumento de tercera categoría, de taberna, desarrollado por alguien que sigue convencido de la idiotez de los demás. Qué absurdo y  preocupante es leer a una inteligencia como la de Leonel Fernández pretendiendo enmarcar los robos peledeistas dentro de la  universalidad de la corrupción. Es una pena.

Métale número, ex presidente. Lo que ustedes se han llevado entre coimas, sobrevaluaciones, porcentajes, monopolios, compras y ventas, y etcéteras, no tiene antecedentes en este país – ni aplicándose la proporcionalidad en el universo. Ustedes le ganaron a Balaguer, Hipólito y Trujillo juntos.  Y  han logrado, “que no es un rulo”, una impunidad absoluta sin un solo  condenado. Un récord para los anales del crimen.

Creí, hasta deseé, un debut de mayor altura en este  circo taquillero de Odebrecht (que exhibe tígueres, elefantes blancos, y parodias  de  santos inocentes) de parte de Leonel Fernández. Es indignante haber leído tantas simplezas con pretensiones catedralicias. Qué pena.