Con el pasar de los años he visto personas unirse en torno a líderes, no importa que esos practiquen la mentira, el enriquecimiento ilícito, violen las leyes, promuevan con sus ejemplos lo ilícito, injusto, abusivo y dañino para la sociedad, Nación e instituciones.
¿Por qué hacemos eso? ¿Por qué persistimos en ceder nuestra fidelidad y lealtad a la mentira y no a la verdad?
¿Qué misterio subyace en la persona que sigue a un líder a pesar de lo corrupto, inmoral e injusto que ha sido y es, y persiste en su haber?
¿A quién le debemos fidelidad y lealtad? ¿Al mentiroso o al que practica la verdad, justicia y honestidad? ¿Por qué el que miente y es injusto tiene más seguidores que el Justo?
He leído acerca de la ingeniería social diseñada para dividir la población con el objetivo de hacerla más maleable y dócil al dirigirla por los caminos que se deseen, al parecer lo han logrado con creces, no hay ideología, tema o circunstancias que puedan unir a la población para que ésta se defienda de los abusos y excesos del poder, angurria, codicia de los gobernantes, de sus anti valores y anomia.
Recientemente tenemos el caso de Marino Zapete, ¿quién en su sano juicio puede callar, dejar pasar, permitirse el lujo de ignorar, lo que está haciendo la justicia dominicana? Pues para sorpresa, ahí hay divisiones que no permiten que todos nos unamos a la Verdad, al buen derecho, a la justicia, en pos de la libertad de expresión, de investigación, contra la impunidad y la corrupción. ¿Qué nos divide? Enemistades personales, malos entendidos, inmadurez y falta de visión de lo que eso significaría para el futuro; parcelas políticas, temores…carguitos públicos, dinero en soborno, lealtad al mal y deslealtad a la Verdad se oponen a esa unión.
La práctica de la verdad y el derecho, la justicia y la Institucionalidad del País no nos une, nos divide. Impresionantemente nos une el odio y la mentira, la venganza y el morbo, la corrupción y la impunidad.
El caso de Marino Zapete, independientemente de su persona ha debido generar una oposición absoluta del hombre de bien, del honorable y honesto, del Justo y de todos aquellos que desean un País con instituciones dignas y respetables.
Pero no ha sido así, y eso es síntoma de pobreza moral, espiritual y hasta de sanidad mental.
Hay que revisar todo nuestro esquema de pensar, y la Verdad, Justicia y Equidad debe ser lo que nos una.