Hoy con más fuerza, redoblar los esfuerzos, debemos de insistir en el encarecido llamado a la unidad de las fuerzas progresistas, revolucionarias y comunistas de la República Dominicana. Como en otras ocasiones, esta es la vencida, hay que tener mucho cuidado con la presencia de corrientes malsanas que empantana el «proceso unitario».
La prepotencia, el dogmatismo y el sectarismo; la hipocresía, también, son los males que han dificultado por décadas la unidad. Muchos alegan que el espíritu de parcela e interés de imponer sus posiciones, corroen las relaciones inter partidarios. Por lo visto no existe, voluntad política, sinceridad a la hora de dialogar y presentar propuestas, como si estuvieran miedo de «perder su juguete».
La hora apremia, no hay tiempo que perder. Se unen o seguirán como la vaca de doña Nena… El escenario está de nuestra parte, el PLD en la picota, para iniciar un hermoso proceso de diálogo y discusiones en torno a los puntos cardinales de la situación política nacional e internacional. Que permita ponerse de acuerdo en la creación de un formidable proyecto unitario de cara al presente y el futuro.
No está demás contar con un grupo selecto de hombres y mujeres de las izquierdas, sin partido, que sirva de veedores de los diálogos, discusiones; acuerdos y compromisos en que puedan llegar. La unidad se logra entre la cúpula que dirigen las principales organizaciones revolucionarios comunistas y progresistas.
La base organizada y los miles de simpatizantes que giran alrededor de las ideas progresistas, revolucionarias y comunistas, exigimos, anhelamos, la unidad de un sector político que todavía no ha gobernado; sin embargo lo han sacrificado todo, incluyendo la vida, por la frágil democracia que disfrutamos.
Las experiencias latinoamericanas y caribeñas nos enseñan poder transitar el camino de la unidad en la diversidad en esta coyuntura. Es probable, seguro, que actuando en conjunto se pueda fortalecer el movimiento social y popular, el sector sindical y profesional, y, por supuesto, de cara a las elecciones del 2024.
No tenga miedo, no van a perder su entidad partidaria. Existen mecanismos que permite coexistir en la diversidad y mantener viva su parcela. Es cuestión de sinceridad, desprendimiento y tener un proyecto de nación, en la cabeza, con capacidad de competir con los partidos políticos que se alternan el poder.
La autosuficiencia y el crear que “están más bueno de la cuenta”, la última Coca Cola del desierto, lo hacen perder la cabeza; sobreestimar sus posibilidades, su fuerza, y su valoración ante la población. No olviden que el pueblo sabe por donde le entra el agua al coco. Puede actuar confundido, muchas veces, pero a la larga se impone el buen juicio y la razón.
La verdad, monda y lironda, es que la dispersión y el aislamiento ha hecho mucho daño al movimiento revolucionario y comunista. Todavía no se dan cuenta el papelazo que hacen cada vez que intenta dar un paso al frente, como si estuvieran acabando, parecido a los hermanos Rosario. La política es una ciencia y no debe ser cualquierizada. Se acabaron los inventos, si queremos avanzar.
No hay de otra: ha llegado el momento de poner sobre la mesa el tema de la unidad. Me preocupa la dejadez, el silencio cómplice y las tácticas dilatorias para retrasar o provocar fracasar el «proyecto unitario». Desaprovechar esta oportunidad, para emerger con una nueva política progresista y popular, no tiene perdón de Dios.