“Los regímenes políticos son el resultado del predominio económico de una clase determinada en el seno de la sociedad, cuyos representantes mantienen el poder”. – José Francisco Peña Gómez-.
En el gobierno que encabeza el presidente Abinader, ha dado muestras claras en estos primeros meses; tiene la intención marcada de producir con el menor costo posible. El cambio que todos habíamos pedido previo a su ascenso al poder. Se pretende, y nadie tiene la cachaza de desmentirlo, forjar un Estado modélico, cimentado en instituciones saneadas, de normas robustas y acciones creíbles, sin obviar el espíritu peñagomista de mantener una relación armoniosa entre el conjunto social y sus líderes.
Desde su instalación el 16 de agosto pasado en el solio presidencial, el mensaje que emite la cadena de mando en los aparatos públicos, guarda estricta relación con las prédicas que, en materia de administración y transparencia en la utilización de los fondos públicos, esbozaba el candidato a dirigir los destinos de la tierra de Duarte y Luperón. En cuya correa de transmisión, se deslizaba en la ilusión incorruptible de un colectivo social representado en las siglas salidas de un parto doloroso en una época de dificultades.
El gobierno bisoño, inició la conducción de la nación con el mismo entusiasmo con que vendió la propuesta gradual de reformas importantes para el avance de nuestro pueblo. Los está haciendo, no obstante, la desgracia social y económica que supone la pandemia de la covid-19. Situación que lastra sin contemplación el proceso de desarrollo de un país dependiente del turismo como fuerza motriz para el impulso sostenido de una gran parte de los proyectos sociales dirigidos a mejorar la calidad de vida de la gente.
El diseño y articulación de ejecutorias públicas en función de las nuevas ideas, refresca el concepto de la política de Estado, maleado por aquellos que hicieron del erario un festín y alargaron su estadía, usando y abusando del poder que genera en países como el nuestro, el usufructo indecoroso de los dineros del pueblo.
En esta etapa de la historia, se articula sin descanso, la construcción del sueño de un líder inigualable, vejado inmisericordemente por su parecido con la noche más oscura, y se hace posible, el sueño de crear un gobierno por y para la gente.
Todos los elementos mantienen una interacción para viabilizar la realización de una sociedad justa. Para: “abrir las ventanas para que entre el aire limpio de la prosperidad, el aire limpio que garantice la alimentación, la salud, la vivienda, la educación y el empleo” como dijo el más grande hombre que haya conocido la democracia moderna.
Para que “Por fin” continuando con Peña Gómez, en República Dominicana, se eliminen los privilegios de los que ha sido beneficiarios, una sola clase social, y se instaure un régimen garantista de los elementos que nos hace iguales en oportunidad, dignidad y derecho. La pelota recorre la cancha sin obstáculos y pone de relieve el buen desempeño de las labores oficiales en la búsqueda de las soluciones de los males que han sumido en el atraso y la miseria a la gente desprovista de oportunidades.
Una sola cosa falta para completar el inicio de la obra propuesta por el líder que nos guía y sirve de ejemplo desde los mausoleos del Cristo Redentor. Con esto, se le daría curso al legado de un hombre prístino que acuñó como bandera “primero la gente”. Esa acción, sellaría definitivamente el camino hacia un gobierno comprometido con las mejores causas en favor del bienestar ciudadano, sólo resta que esos hombres y mujeres que construyeron el éxito en la campaña junto a nuestro presidente, luchen ahora por la preservación del régimen desde las instituciones del Estado.