Hay dos fotografías emblemáticas de la Guerra de Abril de 1965. En una figura un ciudadano que aparenta enfrentar solo con sus puños cerrados a un amenazante soldado invasor. En la otra un grupo de jóvenes mujeres vestidas de negro enfrentan desafiantes a varios soldados extranjeros. Esta última gráfica, se sabe, fue tomada frente a la ferretería Villa, al borde de  las alambradas que dividían la Zona Constitucionalista del llamado Corredor Internacional operado por los soldados invasores de la llamada Fuerza Interamericana de Paz. La muchacha en primer plano quien,  con rostro exaltado, parece gritarle al impávido soldado extranjero, es Marina Espinal.

Recuerdo muy bien a la Marina Espinal de antes de la foto. Ella era una de mis compañeras en el 2do. C del liceo Miguel Ángel Garrido, año escolar 1964-65. Marina, oriunda de Sánchez (Samaná),  se distinguía por ser una militante intransigente de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER).  Evidentemente, se unió a las fuerzas constitucionalistas en abril de 1965. Yo mismo no recuerdo haberla visto cuando se reanudaron las clases para terminar lo que faltaba del año escolar, en octubre de ese año.

Creo que fue en 1967 cuando Marina Espinal apareció en una publicación pagada del Gobierno en los periódicos donde se informaba de un grupo de revolucionarios dominicanos que se entrenaba en China. Al  parecer se trataba de militantes del 14 de Junio y del MPD. No recuerdo a cuál partido pertenecía Marina pues la UER albergaba a militantes estudiantiles de los diversos partidos de izquierda, aunque hasta 1965 el grueso procedía del 14 de Junio.

Entre los otros compañeros de quienes no he vuelto a saber o, por lo menos, no los he visto jamás están Librada Altagracia López Mora, Lucas Fulcar Bautista,  Simara Altagracia Canó Reynoso, Martha Gerónimo Morales y su hermana Guillermina, Nasarquín R. Santana, Ramón Pereyra Candelario (fallecido), Eusebio Rivera Almodóvar, Miguelina Espinal (no la de Sánchez), Alfredo Benavides Acosta.

Muy pocos nos vimos juntos en el tercer curso porque el siguiente año escolar fue el menos productivo de la historia educativa reciente. Se calcula que no hubo más de 30 días de clases en total, sumido como estaba el país en el terror estatal directo, en plena campaña de exterminio contra los remanentes de las fuerzas constitucionalistas por parte del ejército regular y las tropas extranjeras. Un número apreciable de estudiantes se mudó al interior del país y no pocos emigraron al extranjero junto con sus padres.