Desde el anuncio de las conversaciones entre Estados Unidos y Cuba para la eliminación del embargo que tiene esa isla, le he estado dando seguimiento por lo preocupante del tema para nuestra economía.
Mi preocupación es que dichas conversaciones van muy rápido y los acuerdos y aperturas mucho más. Ya se están haciendo vuelos comerciales, nuevas rutas, entre Nueva York y La Habana, nuevas rutas de cruceros y otros acuerdos que se están gestando. Pero no vemos que nuestro país esté tomando acción para protegerse de la pérdida de mercado norteamericano en turismo y en el sector industrial. Porque así como está comenzando con el turismo, de igual manera será con el sector de zonas francas, industrial, agropecuario, etc., etc.
He oído argumentos de parte de importantes funcionarios de turismo y de empresarios, exponiendo que nuestro país cuenta con una infraestructura que a Cuba le tomará muchos años alcanzarla. Infraestructura en carreteras, aeropuertos, maquinarias, etc. Sin embargo, se olvidan que estas construcciones y equipos se obtienen con recursos financieros, y un país prácticamente virgen, donde el solo hecho de mencionar su nombre resulta un atractivo, el obtener estos recursos con inversionistas a cambio de facilidades y/o terrenos para el desarrollo de proyectos, sería fácil. Sin contar con los cubanos-norteamericanos que tienen recursos y que podrían realizar inversiones en su país de origen. Parecería que estamos durmiendo sobre nuestros laureles. No podemos quedarnos como estamos, sin hacer nada.
En adición, todos sabemos que el pueblo cubano es altamente preparado académicamente. No existen analfabetos, ni indigentes pidiendo en las calles. Casi todos son profesionales con altos conocimientos en otros idiomas que podrían fácilmente insertarse en el mercado laboral con salarios muy competitivos.
Mi opinión, en lo poco que he podido investigar, es que en turismo requerimos de ampliar nuestra oferta. Además del turismo de playa, que ellos pueden hacerlo igual, pienso que con nuestras carreteras podemos aprovechar para traer esos turistas a la capital, a la zona colonial, que aunque ellos la tienen también, nosotros contamos con una historia sumamente interesante. También podemos ofrecer nuestras montañas con climas extraordinarios. Pero para esto debemos hacer algunos cambios.
Me parece que en Bahía de Las Aguilas y el Parque Nacional del Este, pueden encontrarse las ventajas comparativas que marquen la diferencia de nuestro turismo. En estos lugares, además de playas extraordinarias, tenemos algunos bosques, lugares de observación de especies, una fauna y una flora que podrían ser de estudio, cuevas con pictografías y enterramientos indígenas. Pero nadie sabe lo que existe dentro de esos parques, pueden ser lugares de gran interés para estudios científicos o sólo para observación y obtención de cultura. Hasta ahora lo tienen como el mejor secreto guardado.
Está de más recurrir al argumento de que estas nuevas áreas contribuirían grandemente a alcanzar la meta de 10 millones de turistas al año que ha planteado el Presidente Danilo Medina, con permitir esta apertura ayudaría mucho a la economía de esos pueblos, y por supuesto a la del país, ya que se abrirían nuevas oportunidades de negocios y crecimiento profesionales, con el mejoramiento de la educación y creación de escuelas vocacionales y de idiomas para suplir el personal que requieran los hoteles de esas zonas.
Es el momento de abrir esas áreas, de promover una modificación de las leyes de áreas protegidas para permitir un desarrollo ecoturístico, con ciertas regulaciones para no provocar daños en los parques, y con la ayuda de los propios inversionistas, a través del co-manejo de los parques, arreglarlos y darles condiciones para que puedan ser visitados.