Cada quien tiene sus parámetros, sus gustos, sus intereses y motivaciones. Como en todo. La diferencia con el cine, por encima de cualquier consideración y primero que nada, es su valía de ser síntesis de todas las bellas artes, y es por eso que se le llama “séptimo arte”, por eso, porque se vale de la arquitectura, la danza, la escultura, la literatura, la música y la pintura. Esto para ponerlo de una forma que vayamos entendiéndonos en nuestras consideraciones con respecto al llamado “cine dominicano”.
Se determina así al cine como un arte de conjunto donde predominan percepciones de estética y habilidad técnica que, a su vez, dirigen la reflexión hacia aquellas manifestaciones artísticas de naturaleza creativa y con valor estético que generan emociones, sentimientos, en recreaciones persuasivas de la vida que, de alguna manera, nos hace reflexionar.
Un buen filme, como las obras maestras, jamás se olvidan o se olvidan poco, o puede que se olvide inmediatamente suben los créditos, pero siempre va a volver a la cabeza y lo vamos a reconstruir e interpretar en nuestra memoria, independientemente si se recuerde título o cualquiera de sus elementos constitutivos.
Un buen filme funciona como la “ironía dramática” (conceptuada por Alfred Hitchcock). Los mejores filmes de todos los tiempos tienen esa herramienta que hace la diferencia entre filmes apenas narrativos de los que son dramáticos. Es una técnica de revelación y reconocimiento en la que se involucra al espectador que sabe lo que ocurrirá con uno o más personajes, pero ellos no saben lo que sucede u ocurrirá. Filme que logran que los veamos una y otra y otra vez, sin cansarnos, aunque sepamos anticipadamente el discurrir de cada escena y su historia. Hoy por hoy el mejor ejemplo es Psicosis de Alfred Hitchcock.
Una de las particulares más socorridas del buen cine es el uso habitual del fuera de campo o extracampo (lo que la cámara no ve pero sí oímos o percibimos qué sucede) y lo no dicho (silencios con gestos expresivos de un sentir o una pregunta que no obtiene respuestas, por ejemplo). Son filmes que se entregan a nosotros y estimulan nuestro potencial de proyectar en el propio imaginario, de asociar y rellenar espacios de aquello que apenas sugiere. Cine que se completa en el imaginario del espectador. Ejemplo del fuera de campo es Shirin de Abbas Kiarostami.
En el cine dominicano, un ejemplo muy parecido a lo que consideramos como un buen filme es EL HOMBRE QUE CUIDA, que está ahora mismo en estreno, y que es de factura nacional dirigida por Alejandro Andújar y escrita por el propio Alejandro Andújar y Amelia del Mar Hernández, cineastas dominicanos. Un filme que prioriza a los personajes por encima de la historia y trama.