La Tertulia Feminista Magaly Pineda, organizó un conversatorio con hombres que están trabajando en una nueva visión de la construcción de la masculinidad. Escucharles manifestar sus interrogantes, sus luchas, sus coherencias e incoherencias; y, sobre todo, su deseo de desprenderse de toda la coraza del machismo, me resultó profundamente alentador. Sí, a pesar de que este año está siendo especialmente violento y los feminicidios han sido espeluznantes; escuchar hombres aliados narrando sus procesos dolorosos y satisfactorios, sus conflictos, sus aprendizajes en eso de ser Seres Humanos y no “hombres machos”; me hace saber que todavía un mundo mejor es posible y que es importante seguir trabajando para construir una sociedad de amor. Ese amor que se practica desde la compasión, el reconocimiento, la aceptación, el respeto y la inclusión.

Cada día se evidencia más la necesaria transformación de nuestros imaginarios culturales, que lamentablemente continúan validando como “normal” el comportamiento masculino que actúa sobre la base de pensarse y creerse “dueños” del espacio público; y, por consiguiente, todas las demás presencias deben ser subrepticias o actuar desde el agradecimiento, si se le permite alguna participación.

Soy de las que afirmo con Simone de Beauvoir que no se nace mujer, se llega a serlo[1] en la construcción social-cultural cotidiana. Ergo, nacemos personas y, por situaciones cuyos orígenes no son el interés de la reflexión de hoy; justificadas en la biología, se estableció una estructura social, cultural e histórica partiendo de una lógica binaria, donde solo tiene cabida lo masculino/femenino. Se asignaron unos roles, comportamientos, categorizaciones y jerarquización por sexo que justifica el tratamiento diferenciado por género; y resulta evidente que lo masculino tiene control y predominio sobre lo femenino. Eso está explicado con suficiencia, la sociedad está construida a partir del hombre como centro y la mujer como “lo alterno”, “lo otro”, marginal al pensamiento dominante. Está tan naturalizado que, en general, las personas actúan desde esa lógica de forma cotidiana y resienten que te salgas de ella.

No hay que ser genia/o de la Nasa para darse cuenta que la sociedad sigue operando como si los hombres en general, pero sobre todo los heterosexuales, fuesen una “categoría superior”. Esto es así, a pesar de que la discriminación contra las mujeres ha sido reconocida por los Estados en instrumentos internacionales, en las Constituciones y en legislaciones nacionales; la sociedad encuentra las formas de reciclarse en su mismo accionar discriminatorio. Y sobre todo de “culpar” a la persona oprimida de su propia opresión. Si se lucha y denuncia, en la vía de salir de esa opresión, se es acusada con una facilidad pasmosa, de ser una “persona difícil”, de estar exagerando, o de ser “alguien” que “trae” una nota discordante a los escenarios “armónicos”; que en realidad son espacios de opresión naturalizada.

Todo lo anterior, es lo que hace que me parezca fundamental escuchar y aprehender los enfoques que consideran la necesidad de construir una “nueva masculinidad”, que propicie alianzas y posibles redes de comunicación.

¿Qué es ser hombre? A los hombres les construyen desde la idea de que “ser hombres” es principalmente la negación de ser mujer[2]. De ahí que ser un “verdadero hombre” implica alejarse de “lo femenino”, “demostrar” en cada ocasión posible tu “hombría” desde el arrojo, el valor, la supremacía, entre otros múltiples “atributos”. El nuevo discurso “políticamente correcto” quiere afirmar que ya no es así. Pero, cuando observamos, por ejemplo, los juegos infantiles, podemos constatar que siguen reproduciendo el mismo patrón. Puede aparecer una niña exploradora y una princesa guerrera, pero la generalidad sigue siendo construida imaginariamente como princesas rosas, que buscan desesperadamente el amor romántico, que “las rescata” y a los varones, como “los dueños” del escenario, “los salvadores”, los “dominadores” o los  “controladores”.

Como dice el admirado amigo Miguel Lorente[3] en sus conferencias sobre Masculinidad, si al hombre para ser hombre, lo que le enseñan es que no puede ser mujer, y acusarle de “mujercita” es un insulto; crecerá construyendo la idea de que ser mujer implica ser “inferior”.  Quien es inferior no es igual en derecho a mí. Desde ahí surgirá un ser humano que, como ya he referido en otros artículos, se construye a si mismo desde “el merecimiento”, definido como la creencia de que el mundo les pertenece y todo debe serle proporcionado por las encargadas de “servir”, las mujeres.

La propuesta de la Nueva Masculinidad, busca cuestionar esas ideas hegemónicas sobre lo masculino; construir modelos que combatan la violencia estructural, la asignación de roles estereotipados y los mandatos culturales y sociales que naturalizan la desigualdad y la discriminación.

Una masculinidad que acepte su vulnerabilidad, que no use el poder para imponerse, que pueda ser capaz de expresar emociones, que no considere la homosexualidad como un peligro; Que deje de pensarse/creerse el centro del universo. Que reconoce el espacio del hogar como lugar en el que se comparten las responsabilidades domésticas y de cuidado. Que reconoce su necesidad de afecto, relacionarse de manera cercana y empática. Que se rebela contra el machismo, porque aspira a la construcción de seres humanos libres e iguales en dignidad y derechos. Y que no se sienten amenazados por las mujeres.

[1] Beauvoir, Simone de, (1981) El segundo sexo, Ed. Siglo Veinte, Buenos Aires

[2]http://www.endvawnow.org/uploads/browser/files/This%20is%20How%20We%20Learned%20to%20be%20Men_Spanish.pdf, Así aprendimos a ser hombres. Pautas para facilitadores de talleres de masculinidad, en América Central, Costa Rica, 2007

[3] Médico forense y poeta español, aliado del feminismo, de los derechos de las mujeres y uno de los principales proponentes de la construcción de una “nueva masculinidad”. Recomiendo iniciar la lectura de sus libros, por uno que se titula Mi Marido me Pega lo Normal.