A propósito del filme de mi autoría “339 Amín Abel Hasbún – Memoria de un crimen” constato la frase lapidaria de un debate al respecto dicho por José Saramago: “Yo escribí lo que entiendo y los críticos escriben lo que ellos entienden”. Entonces, cito yo: “Escribo y dirijo el cine que entiendo y los críticos dicen lo que entiendan” y santa paz.
Es obviamente obtuso decirle a una artista cómo debe hacer su obra. En incluso censurar su narrativa si este usa elementos clásicos del cine como si fueran clichés o ultrapasados, cuando en arte nada es antiguo o moderno, si es o no es arte, si es o no es cine. Y el cine ante todo debe emocionar, hurgar en dudas, generar debates, revelar un acontecimiento.
Desde que hago criticas de cine, procuro alejarme de ataques personales o caer en vedetismo o pecar de veleidoso. Y para criticar un filme suelo verlo varias veces si hay algo que no es de mi gusto o no satisface mis expectativas o simplemente no entiendo lo que quiso hacer el autor y procuro incluso leer otras críticas luego de escribir la mía. Es lo mínimo que quien escribe una crítica puede hacer ante la obra que quiera criticar, puesto que su función debe ser siempre pedagógica.
Acotamos que existe un problema con el sentido connotativo de lo que es el concepto de crítica. No es lo mismo ‘espíritu crítico’ que ‘criticar como ataque’, pues ya ahí se va a lo denotativo. Es muy común que se entienda la crítica como un ataque o como una desautorización o una renegación o un ataque personal o de criticar lo que no te gusta o censurar aquello que no te satisface o no convence o no va de acuerdo con tus postulados, o que lo que aceptas o crees es lo que vale como arte.
Es decir que existe la asociación entre la crítica con el hecho de rotular fallas. Y regularmente nadie que hace crítica de cine en este sentido denotativo y que tiende al cliché y al estereotipo de criticar lo que no gusta, suele no detenerse a examinar el por qué no le satisface.
Cuando alguien crítica poniendo como fallo que el filme 339 Amín Abel no habla de Amín y su importancia política, primero no leen el título que inicia con el número 339 y termina con la frase ‘memoria de un crimen’. Sin contar que no están al corriente de la diferencia entre documental y ficción. Y aunque no lo admitan o no lo pensaron, se trata de uno de los objetivos del filme que es generar inquietud sobre la vida de Amín, pero sobre todo su ejemplo. Si quisiera hacer una biografía hubiese escrito un reportaje o hecho un documental.
Y cuando alguien difama sobre quienes hicimos el filme o lo rechaza con argumentos, lo cierto es que sus incursiones de hecho en el cine o en la escritura de cine no reflejan sus aptitudes para erigirse en conocedores autorizados del cine. Suelo ver críticas a guiones por parte de escritores que no todo lo que escriben es literatura pero la dan a conocer. He visto críticos de cine que hay hecho documentales que no lo son o que apenas se acercan a reportajes tildados de documental. Por citar par de ejemplos. Pero además no cuentan con experiencia en otras áreas o artes de las que se vale el cine y tampoco tienen alguna otra obra de promoción de hecho que no sea pararse ante una cámara o un micrófono para ‘hablar’ de cine, los hay que sí tienen talento, pero apenas son 2 ó 3 los que hacen la excepción.
Existe un problema y es la irresponsabilidad con que se asume la crítica de cine en RD; y es que cuando tú dejas de ser crítico tiendes a discursos arrogantes y los artículos suelen ser draconianos y mandones. Son irresponsables porque saben que quienes les siguen suelen mimetizar sus alegatos cuando apenas deberían instar a que sus seguidores vean el cine con herramientas que les sirvan de apreciación de una obra.
Los hay que hablan de un filme sin haberlo visto y repiten como cotorras lo que dice tal “crítico”. Y caen en la más absoluta de las ridiculeces. Pero ya eso es parte de la sociedad de analfabetos culturales que somos (y me incluyo).