En nuestro artículo del 29 del pasado mes, titulado “Por los Andurriales de las Marchas Verde y de la Plaza de la Bandera”, concluimos con una errata que corregimos ahora: “Para los humildes y los decentes que no son de clase social determinada, ni proletarios ni pequeñoburgueses, y a los demás, que son muchos, en todas las demás clases, les prometemos hablar del MOCE, un Movimiento Central, que si bien es político social, no es necesariamente partidista, por ahora.
Hasta entonces.” (La errata era la abreviación del Movimiento como MUCE)
El Movimiento Central o MOCE
Aunque hicimos alguna referencia de lo que entendíamos como ciudadanos meritorios, no llegamos a explicar algunas cosas básicas.
Lo primera sería explicar nuestro concepto de Clase.
No tiene nada que ver con la nomenclatura de izquierdas o derechas. Somos del Centro.
Clase, entendemos nosotros, es lo que así interpreta el pueblo llano. Es decir, una persona de conducta decorosa.
Si alguien es decente, honesto, educado, discreto, serio, conceptuoso, cuida tanto su persona como su lenguaje, es incapaz de usar una palabra subida de tono, o de hablar alto, decimos que tiene Clase.
Para nosotros tiene Clase MOCE.
Como vemos por esta simple y escueta definición, nada tiene que ver, como dijimos en el pasado artículo:
“Debemos confesar nuestro error al proclamar que la clase media había llegado al poder. Habíamos olvidado que el contingente de personas serias y honestas, mesuradas y decentes que componen la base real de la comunidad nacional, lo mejor y lo más granado, puede venir de las zonas más humildes.
Hemos despreciado o menospreciado, a los humildes. A los que no son de clase social por dinero o por alcurnia o por haber ascendido a través de los estudios o de la tecnología”.
De modo que, si un humilde agricultor se comporta como un caballero, o una simple ama de casa, lo hace como una señora digna de alcanzar el privilegio, que hoy es un relajo, de Doña, decimos que son pobres, pero tienen Clase.
Sin embargo, aunque en su familia o en su comunidad se les vea como “gentes raras”, por escuchar pacientemente, por no encolerizarse sin motivos, por ser observadores, interesarse por asuntos culturales, o por imitar lo que creen correcto en las personas que han estudiado. Anotando que en los medios rurales, tradicionalmente, el modelo mayor era el maestro o la maestra. Ahora no sé. Habrá casos, pero dudo que sea la generalidad. Hasta a eso hemos llegado.
De ahí que sea una tremenda decepción para un MOCE de nacimiento, cuando estos profesores, que deberían ser ejemplos de conductas decorosas para elevar la moral y la educación de sus alumnos, sea todo lo contrario.
Si así vamos subiendo en la panorámica, y en vez de agricultores, encontramos obreros modestos, pequeños comerciantes, mujeres que laboran fuera del hogar en empleos también modestos, no necesariamente domésticos (incluyendo estos, como es natural), y porteros, guardianes o serenos que tienen el mismo comportamiento, sin importar que vivan en zonas marginadas, todo el mundo los respeta, aunque los que no son MOCE pueden hasta burlarse, llamándolos “pendejos”. Nada molesta más a una persona ineducada que ver a un “jodido” ‘privar en gente,’ y no solo “privar”, sino serlo en realidad.
Si seguimos subiendo y vemos a estudiantes de secundaria, ya jóvenes, en su comportamiento en las aulas, algo que han notado sus profesores desde la primaria y si han tenido la suerte de maestros o profesores MOCE, habrán aprendido rápidamente las reglas de una buena conducta.
Al llegar a la Universidad, ya como proyecto de un futuro profesional, el ambiente, el profesorado, las autoridades, hasta los simples funcionarios y modestos empleados, deberían proyectar MOCE. Oler y parecer MOCES.
Por lo expuesto, ya los adultos en la comunidad nacional, que sean MOCES reales, deben ser tomados en cuenta de manera principal, por las autoridades y por la sociedad. Más que nada, por los políticos y los religiosos.
Si la capacidad intelectual es un adorno de la personalidad, de nada le serviría realmente, si no es MOCE.
Si un país inicia un Movimiento Centralizador, donde se aprecie y se dignifique a los que sean MOCES, y se les respete y se les tenga en cuenta para sus préstamos, si necesita para sus trabajos o modestas empresas, al extremo de que solo sabiendo que lo es, sabe que cumplirá su palabra y se le puede tener absoluta confianza, porque pagará a tiempo y sin problemas y sabrá guardar secretos, ya que la discreción es un valor invaluable y, uno de los adornos más preciados de la moceridad, y ya no necesitaría más recomendación que una simple tarjeta oficial del Movimiento Central reconociendo que es MOCE.
Como vemos, usted puede tener simpatías, o pertenecer a determinados partidos políticos, de izquierda o de derecha; profesar la religión o la creencia que se quiera. Eso no es óbice para ser reconocido como MOCE.
En principio nos conformaríamos con que los propietarios de fincas, de industrias, de cualquier empresa, los políticos con poder de decisiones, dejen de mirar el aspecto ideológico de las personas y los aprecien y justiprecien por su conducta.
Si eso se hiciera, llegaría un momento en que las personas, imitadoras, por descender del mono, según cierta teoría científica, o de las manos del Creador de todas las cosas, como dicen los creyentes, se comportarían como unos MOCES reales, y si la gente del país fuese así masivamente, el cambio en todo sentido que esa sociedad disfrutaría, es incalculable.
Poco a poco iremos detallando los medios por los cuales, los países, iniciando por el nuestro, vayan reconociendo y magnificando la importancia del MOCE.
El próximo tratará de la estructura y la organización del Movimiento Central.