Para ser presidente de la República es indispensable ser dominicano de nacimiento u origen; haber cumplido treinta años de edad; estar en pleno ejercicio de los derechos civiles y políticos; no estar en el servicio militar o policial activo por lo menos durante los tres años previos a las elecciones presidenciales. Estos requisitos están contenidos en el artículo 122 de la Constitución de la República.

Como se ve la Constitución no establece límite edad para ser presidente de la República y en consecuencia tampoco lo establece para ser inscrito como candidato, lo que sí ocurre con los jueces de las llamadas altas cortes a excepción del TSE y con los obispos de la iglesia católica que deben abandonar sus funciones al cumplir los setenta y cinco años.

Es frecuente escuchar de analistas políticos y de jóvenes dirigentes y hasta de algunos no tan jóvenes el alegato de que determinados aspirantes deben abandonar la carrera por la presidencia o por otra posición electiva por razones de edad y que en cambio deben  dar paso al relevo, es decir a los jóvenes políticos. Confieso que no comparto ese criterio. En materia política y en el accionar público, lo que importa es la vigencia y novedad de las ideas, no la tersura de la piel.

No conozco entre las jóvenes dirigentes de partido político alguno, quienes tengan ideas más revolucionarias e innovadoras que Ivelisse Prats de Pérez o Milagros Ortiz Bosch. Quien como ellas cree en el socialismo democrático como ideología aplicable al desarrollo político de estos países del tercer mundo. Ni siquiera se les oye hablar de temas ideológicos. Es cierto que lo común es que los jóvenes tengan ideas frescas pero éste no es un axioma inevitable; a veces no es así.

Cito como ejemplo el caso de los que rechazan la candidatura del ex presidente Mejía bajo el alegato de que excede los setenta años; estos deberían buscar otro argumento para justificar su propósito. Sin ser experto en conducta humana me atrevo a asegurar que Mejía está en todas sus facultades para desempeñar cualquier función pública para la cual este técnicamente apto. El tiempo no ha disminuido sus habilidades intelectuales. Prefiero que sus adversarios recurran a argumentos de otra naturaleza puesto que la Historia está llena de ejemplos  de hombres maduros que han prestado grandes servicios sociales.