El diario BBC Mundo ha informado que 46 dominicanos han pedido asilo político en Grecia, que "se sabe de otros 6 que están en algún lugar cerca de Turquía”, y que en el transcurso de este año “alrededor de 150 han sido interceptados mientras intentaban llegar a la isla griega de Lesbos” atravesando el Mar Mediterráneo.
Lo más seguro es que no hayan pedido ningún asilo político; como seguro es que entre tantos haya alguno con espíritu de aventura. Pero lo absolutamente seguro es que la mayoría son personas que han perdido la esperanza de encontrar bienestar material y espiritual aquí, en su país.
Dura ha de ser su situación para recorrer en estado de incertidumbre más de 9 mil kilómetros, que es más o menos la distancia hasta Grecia; parte de estos en alta mar, exponerse además, a morir en este, y a ser apresados si sobreviven.
Es un capítulo de un drama que inició hace tiempo. Este llama la atención de BBC, porque sucede a más de 9 mil kilómetros de la República Dominicana, y en Europa. Pero ha sido hecho casi cotidiano en el Canal de la Mona, en la ruta hacia Puerto Rico. Hace dos años, el Centro de Estudios para la Organización de la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), estimó que 1.3 millones de nacionales dominicanos vivía en el extranjero. Esto es un 12 % de la población del país.
Entre muchos, cabe destacar un hecho revelador de la esencia de estos dramas. Faltaban apenas unos días para la juramentación del gobierno que iniciaba en agosto del 2004, cuando cientos de dominicanos murieron al naufragar la frágil embarcación con la que pretendían llegar a Puerto Rico.
¡Iniciaba un nuevo gobierno y aún así esos desdichados no confiaron en que habría políticas públicas que cambiaran por bienestar sus miserias¡
El 30 de mayo, "día de la libertad" en República Dominicana, 58 años después de la caída de la dictadura de Trujillo, e iniciar la transición democrática hacia la justicia social, dice BBC que "46 dominicanos piden asilo político en Grecia".
Simbólico el hecho y el titular.
No creo que hayan pedido asilo político. Huyen de la miseria. Son desesperanzados.
Huyen de un país que desde que se fundó la República en 1844, ha creado riquezas todo el tiempo, medidas en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), del que tanta privanza han hecho los gobiernos de turno, y este de Danilo Medina en demasía.
Huyen de un país que, por sus enormes riquezas de toda índole, incluyendo la localización geográfica, constatadas y confirmadas, fue declarado "un país con futuro" por los mismos norteamericanos, que por esas riquezas, nos intervinieron en 1916 y en 1965. Riquezas enormes en bosques, ríos, flora y fauna, minerales y seres humanos; que en 1938 estaban intactas, según informe del señor Carlos Chardon, contratado por el dictador Trujillo para hacer un estudio de las mismas, y seguían sin explotar en 1962 cuando mandaba Rafael Bonnelly.
Un pueblo que, al decir de uno de esos informes, todo lo que necesitaba para vivir bien lo tenía en el entorno de su casa; apenas 60 años después tiene que huir de la miseria viajando 9 mil 261 kilómetros.
Huye de un país, cuyas enormes riquezas son garantes ante el mercado de capitales para los préstamos/bonos soberanos, que en miles de millones de dólares derrocha el gobierno.
El titular de BBC recuerda una demanda vieja: restaurar la confianza del pueblo en su país.
Y este es un momento, en que las perspectivas hacia el 2020, hacen que gran parte de los dominicanos estemos dispuestos a ser auditorio para escuchar propuestas de cambio de la realidad material, social y política del país. Formularlas, corresponde a la oposición, que debe poner en primer plano la solución a tragedias como la de los dominicanos en Grecia, que es la de hoy conocida; pero que se las encuentra desde hace mucho en Burundi, Australia, España, Irak, Nueva York, Curazao, Puerto Rico y en todas partes.
Esta es una cuestión urgente, material y humana; pero es también de soberanía nacional, porque el hecho de que el 12% de la población del país haya emigrado, y la tendencia sigue a más, plantea un problema de pérdida de uno de los componentes esenciales de la nación.