Un gobierno al que le pasan los días, meses y años y no tiene la valentía de dirigirse a un país decepcionado, cansado y hastiado de tanta corrupción, mal manejo de las ejecuciones, descuido y burla de casos urgentes que aún espera solución. Un gobierno dueño de la justicia. Una justicia que solo sirve para quienes resuelven con dinero sus casos o acusaciones, compran su libertad o "un no ha lugar" para ellos mismos, evidentemente.
Este gobierno y su cabeza principal Danilo Medina (los anteriores también lo hicieron) se empeñan con ahínco en sellar de manera terrible su nefasto paso por la presidencia de la República que quedará escrito en los anales de la historia: clientelismo, botellas, nepotismo, bocinas, 500 pesos y pica pollo.
Un gobierno que mira hacia un lado con la incómoda situación eterna de la falta de energía eléctrica, de los negocios mal ejecutados con los distribuidores, con el empeño malsano de una planta de carbón a estas alturas, como Punta Catalina, que no termina de arrancar y es el símbolo por excelencia de la corrupción danilista con la mano ejecutora de Odebrecht. Un gobierno bajo la responsabilidad de Medina, que permite a sus principales ministros empeñarse a fondo a la campaña del "delfín" Gonzalo Castillo. Es decir, que descuiden sus instituciones para darle más fondos del erario a este hombre que no es ningún delfín ni candidato político de valía, sino más bien, otro negocio a perpetuidad de Danilo Medina con posibilidades de retorno en cuatro años más. Un gobierno que tiene la tasa del dólar a 52, se acrecienta la corrupción desde el Palacio, suben los precios de alimentos de mayor demanda, la violencia de género no da tregua con casos espeluznantes, un Estado con posibles vínculos con el narcotráfico y con todo y esto continúan en un mutismo perpetuo. Las pruebas están ahí, son denunciadas cada día por distintos medios de comunicación y no ocurre nada. Danilo Medina, un estratega que se esconde en el silencio de su corrupción permisiva y aupada por él mismo.
Y como si fuera poco, un gobierno que cuenta con la complicidad de un empresariado CONEP que también se mantiene callado porque simplemente el mejor negocio es ser aliado del gobierno de turno. No les importa el pueblo, la calle, la gente…. No les importa el deterioro de la energía eléctrica porque ellos son los que más se benefician del sistema. Un empresariado cómplice con las acciones y ejecuciones de este corrupto gobierno.
En ese sentido, ¿quién nos defiende? Nadie. Nuestro panorama actual no es nada halagüeño. Vivimos 24/7 y 365 días al año inmersos en una política carísima y corrupta, convertida en el mejor negocio para cualquiera. No hace falta preparación solo agallas. Vivimos en una eterna precampaña que se ha preocupado por llevar a la población pensante hasta el hartazgo de precandidatos absurdos, sin propuestas ni soluciones, sino más bien, votar por lo mismo con la intención real detrás de la máscara. El mismo modus operandi que ha dirigido este país desde hace más de 30 años.
Ese es el gobierno que nos gastamos desde hace bastantes años con la esperanza minimizada en su desaparición del poder.