La pregunta del título quiere ser evaluativo del pistoletazo que significó el “match” entre la “sociedad civil”, que engulló a los partidos al organizar la Marcha por el fin de la Impunidad sin su protagonismo, y el “status quo”, que sobrepasa al gobierno pues incluye a la maquinaria partidaria y a la plutocracia económica que le coopta.

Señalo como match o enfrentamiento del estilo boxístico como lo ha señalado la prensa dominicana. Por un lado, los varios cientos de miles (he recogido diferentes evaluaciones que van desde 23,000 hasta 800,000 hechas por varios participantes de la marcha) sirve para demostrar que la sociedad civil existe aunque los partidos han querido instrumentalizarla.

Por el otro, el status quo ha demostrado una gran capacidad de tolerancia, ese medidor de la resiliencia de un sistema democrático para conciliar intereses encontrados, ya que me admiré de que los agentes del orden verdaderamente actuaron al servicio para viabilizar la marcha y no como fuerza amenazadora o represora.

Por lo tanto, evaluar la Marcha por el fin de la Impunidad pueda servir como muestra del potencial de la civilidad demostrada tanto por la sociedad civil y las fuerzas del status quo debe llevarnos a esperar el mismo resultado que ha producido en aquellos países donde la sociedad civil ha demandado justicia que ha terminado en el proceso judicial de los sujetos que se sospecha son los autores de tales “indelicadezas”.  Ya he tratado de Brasil y Corea del Sur, y sólo los recuerdo para que los tengamos presentes, y podemos agregar a Guatemala.

De este resultado, podemos colegir que el buen resultado debe llevar a fortalecer el movimiento de la sociedad civil y que siga así por los años por venir, para el fortalecimiento de la democracia dominicana y el saneamiento de la sociedad política criolla.

Además, para las fuerzas del status quo, que en Ciencias Políticas se identifica como Sociedad Política que incluye al gobierno y a la oposición, que sea consecuente con la ola de involucramiento ciudadano que recorre al mundo y que ha llegado a nuestras playas para quedarse.

La marcha por el fin de la impunidad es larga y de gran aliento, por lo que podríamos prever que el pulso entre los contrincantes será de varios años. Preparémonos para este escenario. Ojalá que el espíritu santo ilumine a los contrincantes para que dure poco y no se agarren en un “dime y direte” que nos desgarre, como vemos en otras sociedades, como he referido con Brasil y Corea del Sur.