Si Puerto Rico fuera más grande, geográfica y demográficamente, el mundo estaría sometido a los designios boricuas. Poco más de 3,000 millas² han producido extraordinarios humanistas, intelectuales, profesionales de la ciencia y la salud, deportistas, artistas y hermosas y capaces mujeres que, con determinación y férrea voluntad, han enaltecido la patria de Eugenio María de Hostos. El pueblo puertorriqueño es uno desprendido y fraternal, dispuesto siempre a unirse en causa solidaria ante cualquier tragedia que afecte, no sólo a sus vecinos sino, a los que habitan en los más recónditos lugares del planeta.

Todas esas virtudes han sido conquistadas gracias a la más espontánea y genuina expresión de los puertorriqueños de a pie, que por más de cien años han batallado por no someterse a los designios del más grande imperio que ha conocido la humanidad, aún no haya fructificado, durante todo ese tiempo, la lucha por la soberanía y la independencia. Ahora bien, existe un gran abismo entre el pueblo boricua y los políticos que por los últimos cinco lustros han gobernado; la proyección universal de esa pequeña porción de tierra, que hace de Puerto Rico un gigante, se ha visto disminuida por la mediocridad de los que ejercen el gobierno, dedicados, viciosa e irresponsablemente, a "sobre-legislar", a "sobre-reglamentar"… a "sobre-imponer", pero sólo para segregar, no para integrar; sólo para disminuir el poder adquisitivo, no para facilitar una mejor calidad de vida; sólo para coartar libertades, no para formar seres humanos emancipados.

Cada nueva legislación que sale de los anodinos que gobiernan es una expoliación a las verdaderas funciones parlamentarias y ejecutivas; un despropósito… un mandato lesivo y perjudicial como todo lo que produce, por la parvedad y falta de visión, la madriguera colonialista en que se han convertido congresistas y mandatarios, acostumbrados a "vivir como la hiena en la jaula, dándole vueltas al odio", como parodiara Juan Bosch a José Martí, en octubre de 1961, cuando arribó a República Dominicana luego de más de dos décadas de exilio.

Durante los años de la Guerra Fría Puerto Rico exhibió avances significativos en todos los ámbitos. Al ser posesión norteamericana, condición que imposibilita el desarrollo de corrientes económicas y políticas diferentes a las que representan los intereses del Pentágono, vivió una época de bienestar y orden propiciada por la instalación de grandes corporaciones que crearon empleos de calidad. Se formaron, simultáneamente, auténticos líderes políticos que encarnaban las tendencias anexionistas, colonialistas e independentistas que todavía accionan en el terreno de la definición de estatus. La inestabilidad de los países del área convirtió a Puerto Rico, mediante la aplicación de incentivos fiscales y una "mano de obra" más barata que la norteamericana, en un paraíso para las más importantes farmacéuticas con matrices en suelo imperial.

Los 25 años de improvisación y derroche que han transcurrido, matizados por "hermosos y bisoños ejemplares" que han desvirtuado los grandes liderazgos, sirvieron sólo, desde el mismo 2 de enero 1993, para hundir a Puerto Rico hasta el fondo del barril (en lo material como en lo cívico y lo moral).

Con la Guerra Fría la humanidad conoció lo mejor de las actividades en las que se embarca el ser humano, pero, con su desenlace, inició la debacle en aquellos lugares que no supieron dar sustancia a sus sociedades con el incentivo que emanaba la lucha por la hegemonía mundial, que vio llegar su fin con la caída de la Unión Soviética.

Puerto Rico perdió su atractivo al extinguirse, con la desaparición del “telón de acero” que separaba ideológica y políticamente a Europa Occidental de la soviética u Oriental (bloques engendrados por la Segunda Guerra Mundial), la doctrina que antagonizaba con la del imperio, hecho que, a la vez que tomaba cuerpo, precipitaba la consumación del ciclo de líderes políticos que por vocación servían al pueblo. Con la conclusión del último mandato de Rafael Hernández Colón desaparecieron los gobernantes que, con sus fértiles ejecuciones, proporcionaron vida reglamentada y próspera a los hijos de Pedro Albizu Campos. Coincidía, su última gestión, precisamente, con el fin de la Guerra Fría.

Al esfumarse el miedo al comunismo los países de la región comenzaron a captar esas corporaciones (instaladas inicialmente en Puerto Rico). La baja remuneración de profesionales y obreros, los pocos beneficios marginales y las significativas exenciones fiscales las sedujeron. Las razones esgrimidas pasaron a ser las mismas a las que apeló la Isla del Encanto para atraer esos grandes emporios norteamericanos (guardando las diferencias en lo concerniente a estructura salarial y utilidad colateral).

¿Cuál ha sido el resultado de todos los eventos que se han conjugado para perjudicar la economía de la isla y la conducta de sus ciudadanos? El país, dirigido por "guapos y deslumbrantes" políticos, profanos e incapaces en igual proporción, hizo del gobierno el principal empleador, y, por más de dos décadas, esos símbolos de la "belleza" se han mantenido comprando la simpatía del electorado con puestos públicos a los que hay que remunerar y proporcionar un estado de bienestar sólo comparable al que ha destapado Grecia. La impericia en asuntos de estado (tendría que ser con E, mayúscula, pero la condición de "anómalo" lo impide) los ha llevado, junto a los que conforman la matriz de las demás ramas del poder político, a "sobre-legislar" reformas fiscales que han arruinado la empresa privada y el ejercicio pericial y profesional por cuenta propia; todo para asegurar, con condiciones envidiables de "trabajo", los votos de los próximos comicios.

Esa bonanza de la que disfrutan los empleados públicos es lo que constituye el verdadero problema: exceso de agencias, organismos e instituciones oficiales; superpoblación de funcionarios y subalternos; duplicación y, en ocasiones, triplicación de funciones; salarios de lujo cuando se comparan con los que perciben los trabajadores de las grandes tiendas (que se constituyen, con sus jornales de miseria, en mayoría dentro la fuerza laboral del sector privado); desmesurados días remunerados por enfermedad, vacaciones, gestiones, maternidad, feriados (el país del globo terráqueo que más tiene)… Los 25 años de improvisación y derroche que han transcurrido, matizados por "hermosos y bisoños ejemplares" que han desvirtuado los grandes liderazgos, sirvieron sólo, desde el mismo 2 de enero 1993, para hundir a Puerto Rico hasta el fondo del barril (en lo material como en lo cívico y lo moral).

La inexperiencia política, las "jóvenes y lindas caras" y la usurpación de la función pública se han constituido en retranca para el desarrollo del país, y lo más perjudicial ha sido que la misma degradación que estremece sus estructuras ha conducido al elector hacia la normalización de comportamientos indeseados.

La responsabilidad de pagar el monto de la deuda (que asciende a más de 70 mil millones de dólares), generada esencialmente por los dos partidos que han administrado la colonia -cada vez que se empeñan en llevar a la nómina pública a todo el que los vote-, debe recaer exclusivamente sobre los asalariados gubernamentales, que son los que, sin aportar a la economía, menguan el presupuesto. Este país no verá resuelta la crisis mientras se sigan imponiendo absurdos e insensatos gravámenes a la empresa privada y al que trabaja de modo autónomo. Si los empleados no pueden asumir la carga entonces que paguen los aprovechados e ineficaces que han ejercido el liderato dentro de los partidos Popular Democrático y Nuevo Progresista, que han sido los verdaderos y únicos causantes de este caos. Mientras se mantenga el reciclaje de la torpeza y la incompetencia seguiremos hundiéndonos, y llegará el día en que, debido al "disfrute de la ciudadanía norteamericana", no quedarán naturales suficientes que den sustancia a la nación, por lo que será cerrada la isla y eliminado el país de la faz de la tierra.

Desde hace unos meses la prensa viene reseñando las propuestas de privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica. Gratas noticias… ¡Ya era hora! Este es un paso imprescindible para acabar con el despilfarrador confort del que gozan obreros, gerentes y directores -que es el mismo de otros empleados públicos y de agencias descentralizadas-, acostumbrados a devengar la mayor cantidad de dinero con la menor inversión de tiempo ("para resolver los inconvenientes" del que trabaja por su cuenta o en el sector privado); pensionarse en plena edad productiva con sueldos de lujo y disfrutar de una exorbitante cantidad de días libres al año, pagados, en muchas ocasiones, al doble o al triple.

La construcción, por más pequeña que sea la obra en la que se embarcan las autoridades, requiere de inversiones que, por lo desmesurado de las cifras, estremecen. ¿Por qué los costos de infraestructura y sedes de gobierno son tan elevados? El rendimiento de cada proyecto oficial es bajísimo; se hacen edificaciones y vías terrestres para ser usadas por debajo de sus capacidades. Si se construye una carretera hay que cerrar el paseo para evitar que los vehículos circulen por él. ¿A cuánto ascendió el costo de esa parte de la construcción? Si se hiciera cumplir la ley esto no sucedería, y ese espacio de la vía serviría para los fines que fue concebido. ¿Cuál es el importe que alcanza el área del aeropuerto Luis Muñoz Marín que ha sido aislada para que los vehículos no estacionen mientras sus conductores esperan por el vuelo en el que regresa algún familiar o amigo? Tampoco sucedería si se hiciera cumplir la ley. ¿Cuáles son las cifras destinadas a la construcción de oficinas y cubículos para servir al público, en todas las dependencias, que permanecen cerrados porque nunca, óigase bien, nunca, han estado cerca de ser utilizados en su totalidad? ¿Cuál es el valor de las suspensiones de dotaciones para viviendas o servicios vitales, proyectos viales y hoteles, cuando la ruta crítica ha adelantado a etapas significativas de la planificación?

El Centro Judicial de Carolina contaba con una oficina del Departamento de Hacienda que no pagaba local, agua, luz, teléfono ni seguridad. Para economizar, Alejandro García Padilla, gobernador y "líder" del Partido Popular Democrático para la época, la cerró. Si no había gastos, ¿cuáles pensaba economizar? Los únicos descansaban en el reducido personal, que con toda seguridad no fue cancelado. A partir de ese momento, para comprar los sellos que requieren los trámites legales, hay que usar unas máquinas que enriquecen a algún favorecido. Y lo peor no es eso; los sellos de 5 dólares cuestan 7; los de 1, 1.50 y los de 50 centavos, 50% más. Pero todavía no termina la desgracia: la máquina de los sellos de 5 dólares sólo acepta billetes de 1 y de 5; y otra máquina -de cambio- sólo da monedas: entrega, si se quiere cambiar un billete de 20 dólares, 80 monedas de 25 centavos, por lo que no se puede comprar el sello con el requerido billete de US$5.00 (mejor dicho, con los requeridos billetes que totalicen US$7.00). ¿Podrá este pueblo -obediente, tranquilo, permisivo y bueno- sacudirse del martirio al que ha sido sometido por los aprovechados de la colonia?

Continuar señalando irregularidades en épocas normales no hará que este escrito se vea revestido de mayor credibilidad. Las incorporadas describen con extrema claridad la angustia por la que están atravesando los puertorriqueños. Sí se hace mandatorio que denuncie las deficiencias mostradas en situaciones de crisis (destapadas por el huracán María en su paso asolador por la isla).

Que varios pueblos de América Latina ofrecieran ayuda a Puerto Rico y la condición colonial impidiera que se recibiera, y que Donald Trump, jefe de turno del imperio, insultara la dignidad de muchos -no de todos: abundan, como en todo lugar, las miserias humanas-, debe obligarnos a afanar una definición de estatus que contemple, exclusivamente, las dos opciones descolonizadoras: estadidad o independencia. El degradado y pernicioso sistema político que viene dándose Puerto Rico debe desaparecer por siempre de la faz de la tierra. Este país cuenta con extraordinarios recursos humanos y con sobrada vocación para superar grandes retos. Basta ya de humillaciones y subordinación.

Además de ignorar las ofertas de ayuda de República Dominicana y Cuba para levantar el sistema eléctrico, la persona que fungía como director de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), bajo tutela y encargo del gobernador, rechazó, de acuerdo a lo divulgado por una importante estación de radio especializada en noticias, la oferta para el envío de brigadas que le había hecho una organización que agrupa a los trabajadores de líneas eléctricas de las compañías que atienden la transmisión y distribución de energía en Estados Unidos. Sin embargo, otro importante medio -en este caso de noticias impresas- publicó, porque así lo expresaron las máximas autoridades de la agencia, que se necesitaban cerca de 2 mil nuevos trabajadores especializados y miles de millones de dólares para levantar el sistema eléctrico. No hay que ser erudito para saber por qué la negativa a aceptar las ofertas de brigadas y por qué la buena disposición para incrementar la nómina, que se ha visto reducida, como en las demás dependencias, por el retiro a destiempo de recursos humanos en edades productivas: modus vivendi y modus operandi que han llevado el país a la quiebra.

En las primeras dos semanas que siguieron al paso del destructivo fenómeno atmosférico no se vio funcionario alguno ni empleado de la compañía eléctrica circulando por las calles de Puerto Rico (haciendo lo que debían hacer y por lo que son sustancialmente remunerados). La iniciativa fue tomada por los ciudadanos comunes que, en el entorno en el que hacen vida como entes sociales, se hicieron cargo del corte y recogido de los árboles que habían sido abatidos, del acopio sistematizado de escombros y de la limpieza de sus zonas, en tanto el gobernador Roselló mantenía paralizado el país, embarcado en una agenda que perseguía complicarlo todo para exprimir al máximo la ayuda norteamericana, a la vez que asumía una infantil posición -ridícula y sin sentido por el carácter catastrófico de la situación- frente a Carmen Yulín Cruz, alcaldesa de San Juan, que se había mantenido desempeñando una encomiable labor de auxilio a sus munícipes. Con su desempeño, la alcaldesa enalteció el cargo que su predecesor había degradado.

Se hace necesaria la materialización de un cambio de actitud en los ciudadanos. Debemos, todos juntos, como un solo hombre, actuar para cortar de raíz las impericias y vicios de los políticos de nueva cuña. Hay que empezar disminuyendo el gigantesco tamaño del gobierno, repetitivo en cada uno de los niveles que conforman la división política. Resulta desconsiderado y ridículo que los que no trabajan para las diversas cacicaturas (federal, estatal, municipal…) deban llevar la carga que estas representan dentro de la economía. Un análisis serio y responsable de las 3,519 millas², que incluyen las islas de Culebra, Mona y Vieques, obliga a disminuir, necesariamente, la cantidad de municipios. Cada uno de los 78 que actualmente existen se corresponde con 45.12 millas², equivalentes, a manera de ilustración, a un área de 6.72 millas x 6.72 millas, lo que, a todas luces, resulta insólito e inmoral. El número de municipios debe ser disminuido a 15 y la superficie incrementada a 235 millas² (p.ej. 15.32 millas x 15.32 millas), lo que elevaría la cantidad de munícipes/división a 233,000.

Se debe eliminar una cámara, y la que permanezca tiene que estar limitada a 30 miembros (2 representantes, congresistas o parlamentarios por cada municipio, como se les quiera llamar). Quienes la conformen no deben recibir compensación económica [salvo un estipendio de 100 a 150 dólares, regulado por la distancia al Capitolio (sede de la Asamblea Legislativa), por cada día de sesión (nunca más de dos por semana)], ni celulares, ni vehículos… ni ninguna otra gratificación o facilidad. En la actualidad se les escucha gritar a los cuatro vientos que legislar es una función de privaciones y sacrificios; con toda seguridad "esos gritos provienen de sus sustanciosos salarios y exclusivos privilegios" que insultan a la casi totalidad de los puertorriqueños.

Las mismas medidas deben ser implementadas en las asambleas municipales. Los alcaldes, que serían 15, y los jefes de agencia y cartera, deben estar sometidos a un plan de austeridad que se ajuste a la cruel realidad; sus ingresos no deben superar los 60 mil dólares al año, como los del gobernador no deben superar los US$80,000.00. Luis Muñoz Marín vivió "descalzo de corazón, como vivieron descalzos de los pies cientos de miles de esos jíbaros por los cuales él pensaba, luchaba y sufría. A Muñoz Marín no le preocupaba ganar dinero; para vivir no disponía sino de la pequeña mensualidad que le pasaba su partido, de unos cuatrocientos pesos que ganaba al año como senador y de la casa que le había prestado un amigo…. Todos los días de su vida Muñoz Marín estaba pensando en Puerto Rico, buscando la solución de algún problema de su pueblo. Ese hombre acostado, descalzo, que acaso estaba jugando con una de sus hijas, fue uno de los líderes más grandes, honestos y capaces que tuvo pueblo alguno de América…". (Itálicas de Juan Bosch, "Luis Muñoz Marín, el líder descalzo").

El siguiente paso consiste en consolidar las varias agencias, instituciones u organismos que de forma redundante, por su existencia en todos los niveles de la partición político-jurídica, realizan las mismas funciones. Es necesario que el sector privado sea desgravado de ciertos tributos e impuestos para que se hagan atractivas las inversiones locales y foráneas. Sería la única forma de que se multiplicaran las "boricuas de pura cepa" y se asentaran, en la tierra de Juan Mari Bras, los grandes consorcios capaces de proporcionar lucrativos trabajos.

Debemos regresar a la época de respeto y orden; a la cortesía, que ha desaparecido del ejercicio social. Los empleados públicos deben entender que su razón de ser radica en los impuestos que pagamos los ciudadanos, por lo cual nos hacemos merecedores de un trato afable, ágil y gentil. La policía tiene que ser inclusiva; severa en sus funciones pero cordial y respetuosa, sin arrogancia ni ínfulas de superioridad. El mal proceder que exhibimos en el diario vivir no puede seguir expandiéndose; estamos en el momento de justo de frenarlo porque, de seguir por ese camino, estaríamos llegando a un punto en el que convertiríamos la nación en una anarquía.

Juan Bosch concluyó el reconocimiento que hiciera a Luis Muñoz Marín, presumiblemente para mitad de la década de los años cuarenta (siglo XX), manifestando que «su destino era comparable al de las mayores figuras históricas de América, pues ese hombre extraordinario, ese “líder descalzo”, estaba llamado a ser… el Libertador de Puerto Rico». (Itálicas de Juan Bosch, Ibíd.). Desgraciadamente no lo fue, pero se convirtió, con sus ideas y ejecuciones, en el principal actor de la evolución y el progreso de los puertorriqueños hasta la época en la que concluyó la Guerra Fría, evento que marcó el fin de lo que hasta ese momento resultó beneficioso y útil para el pueblo. Es hora, por lo delicada de la situación, del surgimiento de un líder que se ocupe de dirigir a los millones de jíbaros que habitamos esta bella isla hacia un estatus que difiera de la aberración que actualmente la consume… que erradique por siempre la mentalidad colonialista que tanto daño ha causado en el último cuarto de siglo.

Nemen Hazim

Carolina, Puerto Rico

30 de marzo de 2018