Recientemente ocurrió un hecho que ha consternado al país, el asesinato de una pareja de esposos pertenecientes al Concilio “Esperando a Cristo” a manos de la Policía cuando salían de un culto en Villa Altagracia y se dirigían a Santo Domingo.
La explicación que da la Policía ante el hecho es que estos fueron “confundidos” por los agentes policiales que supuestamente venían persiguiendo a un vehículo con estas características en el que se había cometido un hecho delictivo en Bonao.
La tragedia devela una práctica histórica y presente en la Policía Nacional, el ajusticiamiento a tiros de supuestos “sospechosos” o delincuentes que luego se justifican con intercambios de disparos.
En el caso de la pareja de esposos evangélicos la Policía Nacional no pudo esconderse tras el velo de los supuestos intercambios de disparos que tanto ha utilizado para cubrir los asesinatos que cometen continuamente contra personas o grupos a quienes no desean que se investiguen o que vayan a la justicia por razones que desconocemos.
¿Qué seguridad ciudadana puede ofrecer la Policía Nacional a la ciudadanía con estas prácticas de confusiones a tiros?
Es lamentable que en nuestra Policía Nacional continúen estos estilos de actuación instalados en el país desde la tiranía trujillista. Después de más de 5 décadas no se ha logrado cambiar la lógica interna en la Policía Nacional del uso continuo de la violencia en forma descontrolada. No se entiende su rol como institución llamada a preservar los derechos humanos y a proteger a la ciudadanía.
La aceptación y legitimación social en la opinión pública nacional y por muchos sectores de los supuestos intercambios de disparos que la Policía comete continuamente ha favorecido a que se fortalezcan y se normalicen al interior de este organismo, llamado a ser uno de los principales responsables de la seguridad ciudadana en el país.
Cuando se asesina a una persona que se supone es un “delincuente” (porque la Policía dice que lo es) la sociedad calla y legitima el hecho, entendiéndose que no es un sujeto de derechos. En el caso de la pareja de esposos evangélicos nos alarmamos y escandalizamos porque “no son delincuentes” y la Policía arremetió contra ellos a tiros.
¿Cuántos vehículos y personas han sido asesinadas por agentes de la Policía Nacional producto de este tipo de “confusión”? ¿Estas confusiones son parte de los llamados “intercambios de disparos” sin mayores consecuencias al interior de la Policía Nacional?
La prevalencia de esta práctica en la Policía Nacional pone en riesgo a toda la ciudadanía en este país. Cualquiera de nosotros puede andar en un vehículo parecido al de un delincuente que la Policía persigue y por tanto podemos ser acribillados a tiros en una carretera por “confusión”. “¿A esta situación se le puede llamar seguridad ciudadana?
Si la Policía Nacional persigue a un delincuente porque actúa según lo establecido en el código penal y someterlo a la justicia. ¿No existe el sistema de justicia para ciertos casos que maneja la Policía Nacional?
¿Qué seguridad ciudadana puede ofrecer la Policía Nacional a la ciudadanía con estas prácticas de confusiones a tiros?
Definitivamente la Policía Nacional necesita una gran transformación interna para convertirse en un organismo que ofrezca seguridad ciudadana. Mientras la Policía Nacional continúe en este estilo de funcionamiento violatorio de los derechos humanos genera más inseguridad y menos confianza en la ciudadanía.