Hace más de tres décadas, Michel Foucault popularizó el término de “biopolítica” para subrayar los sistemas de prácticas, estrategias y recursos dirigidos hacia el control de los cuerpos.

Para Foucault, desde los siglos XVII y XVIII, se desarrolla en Occidente una tecnología disciplinar, un mecanismo del poder por el cual alcanzamos a controlar la sociedad  en sus componentes últimos, incluyendo a los individuos. Como vigilar a un individuo, como manipular sus acciones e instrumentalizarlo.

Estas tecnologías del control se institucionalizan en el ejército y la escuela. Con el invento del fusil de tiro rápido se requiere un tirador adiestrado. Este presupone un proceso de adiestramiento militar llamado a desarrollar las habilidades de sobrevivencia en el combate. Una vez aprendidas estas destrezas, el soldado se vuelve más preciado y se requiere el aprendizaje de técnicas de sobrevivencia para conservarlo. Esto lleva a un proceso de aprendizaje más largo y sofisticado. Foucault ve en el ejército prusiano de Federico II el modelo de esta disciplina corporal del soldado.

El otro ejemplo de tecnología disciplinar es la educación. La escuela constituye uno de los modelos de homogeneización más eficaces. Año tras año, miles de chicos y chicas con temperamentos, habilidades y biografías diversas son sometidos a un proceso de control expresado en: la configuración del espacio, la vigilancia del celador, las notas, todo apuntando a “que cada uno esté en su lugar, bajo los ojos del maestro o en la clasificación-calificación o el juicio que hacemos sobre cada uno de ellos”. (Foucault, Las redes del poder).

La característica común a estos mecanismos de control es que son externos. Provienen desde instituciones y el individuo puede percibirlas como ajenas a él.

El filósofo Byung-Chul Han, en su obra Psicopolítica, sostiene que la época del control disciplinar o la biopolítica ha cedido el lugar a una nueva etapa donde los mecanismos de control del ciudadano no generan coacción, sino dependencia. De este modo, pueden ser acatados como si fueran el producto de una decision personal. Así, la libertad no es negada, sino explotada. La decision de elegir entre la ofertas del mercado se confunde con la libre elección.

En palabras del pensador coreano, la explotación se transforma en “auto-explotación”, pues la sociedad del trabajo-ingreso-consumo  produce individuos que se entregan por su propia voluntad a esta dinámica del trabajo que lleva al borde de la extenuación con tal de lograr los niveles de vida que impone la cultura del consumo.

Recomiendo Psicopolítica, de Byung-Chul Han, para quienes deseen re-pensar el pensamiento de Foucault, así como el rumbo de la sociedad contemporánea.