Desde el pasado 26 de enero, la nueva administración demócrata dirigida por presidente Joe Biden, impuso una nueva regulación de control de seguridad sanitaria interna que afecta a los viajeros del mundo que intentan ingresar a los Estados Unidos.

La medida, recomendada por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en ingles) y que ha afectado a millones de visitantes extranjeros, residentes legales y ciudadanos norteamericanos, ha sido adoptada para evitar el continuo contagio o propagación del Covi-19 en el país que tiene el peor récord de muertos y enfermos por la pandemia del coronavirus.

Este control sanitario, aunque pareciera arbitrario, debió ser impuesto de inmediato en los EE.UU. tan pronto las autoridades norteamericanas bajo la administración del entonces mandatario Donald Trump, recibieron los informes fidedignos de los organismos de seguridad nacional sobre la aparición de la enfermedad en China y el potencial peligro de expansión por el mundo.

Pero la negligencia del exmandatario se impuso, y a un año después de la llegada del Covid-19, seguimos pagando las consecuencias con miles de muertos y enfermos, aunque hoy con ensayos de vacunas para su control o eliminación.

Más que ser criticada, los gobiernos de los países del mundo deberían aplicar dicha medida en sus territorios como forma de control global de un coronavirus que ha comenzado a mutar con un mayor contagio y muerte haciendo más complicada y difícil frenar su propagación o eliminación.

El nuevo control sanitario exige a los viajeros hacerse una prueba de detección de la enfermedad tres días antes de abordar un vuelo con destino a la nación norteamericana y presentar dicha prueba al momento de su chequeo o registro previo a su abordaje a la aeronave.

Los resultados negativos de la prueba deben ser presentados junto con sus otros documentos de viaje a los inspectores de aduanas e inmigración a su llegada a territorio norteamericano.

En el caso específico de República Dominicana, las autoridades gubernamentales, más interesadas en levantar la industria del turismo que se desplomó por la ausencia de llegada turistas a la nación caribeña por culpa de la pandemia, han preferido ampliar las facilidades de hoteles y centros de diversión a los viajeros internacionales y nativos en vez de aplicar controles sanitarios para evitar la propagación del mal que afecta al mundo.

Las autoridades sanitarias dominicanas luchan día a día por controlar la propagación del Covid-19 en toda la nación, tarea que se les ha hecho muy difícil ante la poca conciencia educativa y social que prevalece en las principales ciudades, barrios y diferentes sectores sociales que componen una gran parte de los grupos de medianos y bajos recursos económicos en todo el país.

El gobierno, preocupado por el incremento diario de muertos y contagios a nivel nacional, ha impuesto drásticas medidas que tienden a limitar el libre tránsito de sus ciudadanos, supresión de reuniones sociales públicas o privadas o aglomeración de personas, imponiendo multas y días de cárcel a los violadores de estas.

Dichas restricciones sanitarias gubernamentales le han sido asignadas para su cumplimiento estricto a los organismos policiales y militares del país quienes, recibiendo “órdenes superiores”, la aplican “con toda la rudeza posible” sin importar las razones o motivos de la posible violación.

Sin embargo, una gran mayoría de los policías y militares que están haciendo cumplir las nuevas disposiciones sanitarias, han demostrado con sus procedimientos y acciones poseer muy poca preparación profesional al momento de enfrentarse a personas individuales o grupos que no han respetado los protocolos sanitarios establecidos aplicando maltratos innecesarios causando heridas y hospitalizaciones a los detenidos.

¿Y que pasa con los viajeros o turistas que llegan por centenares aglutinados en un avión portando solo una mascarilla de protección efectiva o no y sin un documento que compruebe si son o no positivos al Covid-19?

El gobierno dominicano, para ser más justo, debe revisar con urgencia su política migratoria en cuanto a la prevención de propagación del coronavirus y su nueva cepa para evitar que los de afuera traigan lo que se está tratando de controlar adentro.

Así como los EE.UU., han impuesto controles sanitarios a todo aquel que llegue por cualquier vía aérea o marítima a su territorio, el presidente dominicano Luis Abinader, debería hacer lo mismo en cada puerto o aeropuerto de desembarque a nivel nacional, para lograr un mayor control sanitario no solo a los que están en el país sino a los que lleguen de otros lugares del mundo con la posible imposición de 10 o 14 días de cuarentena en su hotel o lugar turístico seleccionado para vacacional.